Por eso, gordos de ambos sexos reniegan de su imagen y, principalmente las féminas, generan pingües beneficios en su batalla incruenta a la celulitis o los michelines tipo XXL: Tratamientos, pastillas, aparatos más o menos ergonómicos, gimnasios, preparadores, médicos especialistas, carísimos regímenes y centros de belleza a porrillo. Millones de euros para esos listos que siguen, por la cuenta que les tiene, dando la vara con la gordura.
Ahora las líneas aéreas de bajo coste (usted pone el muerto y nosotros todo lo demás) se quieren poner de acuerdo para cobrar más caro a los metidos en carnes. Será que por su peso el avión gastará más combustible o que usando gente menuda pueden poner los asientos más estrechos y meter más personal en cada vuelo. Esto me parece una discriminación absolutamente negativa. Quiero decir que no, que no estoy de acuerdo. Pero en esto no se mete nuestra paisana Aido, que ella tiene buen tipo, y la igualdad que propugna no tiene que ver con los derechos de los gordos a ser iguales a la hora de pagar. Ella anda erre que erre con otro tipo de gordura, no sé si me explico. Mi médico, competente donde los haya, lleva tiempo intentando que adelgace. Yo le digo que sí, pero menos. Hace días me hicieron un análisis y con el resultado en la mano el buen galeno dijo triunfante: “Ahora, no tienes más remedio que adelgazar”. Así que, ajo y agua…
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es