Hoy es el estreno absoluto de ‘Ocho apellidos catalanes’, la secuela de la exitosa ‘Ocho apellidos vascos’, que se coronó como la película española más taquillera. Hay muchas expectativas puestas en esta cinta. ¿Está nervioso? ¿Tiene vértigo ante tanta responsabilidad?
–No, no, qué va. Ni vértigos, ni mareos, ni náuseas (risas). Lo que tengo es ganas de que la película esté ya en cartel y que la gente empiece a ir al cine y a disfrutarla. Nosotros la hemos hecho, la hemos visto y estamos contentos con el resultado. Vemos que es una película bastante redonda, e incluso, muchos de nosotros opinamos que, en ciertos prismas, es mejor que la primera. Así que estoy como un niño un par de días antes de que llegue el día de Reyes.
Ya que apunta que en ciertos aspectos es mejor película que la primera, ¿qué diferencias puede adelantar entre ambas?
–El factor sorpresa es imposible que esté en Ocho apellidos catalanes, porque la primera causó una gran repercusión social por la temática que trató. Mientras la primera fue una comedia de brocha gorda, esta segunda es más de brocha fina, más sutil, aunque los primeros veinte minutos son arrolladores; vamos, el público tiene que pedir un descanso (risas). Es muy romántica, muy redonda y los diálogos están muchísimo mejor que la primera. Me da cosa decir cuál es mejor, porque es que a las dos ¡¡las quiero tanto!!
Bueno, una diferencia es la fama. ¿Cómo lo lleva?
–Se lleva... Uno empieza a aprender que dedicarse a este trabajo lleva consigo eso y, al fin y al cabo, el éxito va de la mano de la fama. Así que si aceptas uno, tienes que aceptar lo otro. Es como si te metes en el mar con una tabla de surf, a veces hay olas más grandes, más pequeñas, el mar está calmado o te puede dar un revolcón. Forma parte del juego.
Pero supongo que en algún momento se habrá sentido sobrepasado por tanto éxito.
–El punto de exposición en el que estoy a veces me sobrepasa cuando deseo un momento o un lugar de tranquilidad y me resulta difícil encontrarlo. Pero se va gestionando de diferentes maneras. Lo bueno de todo es que se traduce en el inmenso cariño que nos tiene la gente y hay que valorarlo. Bueno, tengo mis herramientas, intento protegerme, evitar ciertos lugares a ciertas horas... (risas). No se me ocurre ir a una discoteca un sábado a la una de la madrugada, porque puede ser el rosario de la aurora.
¿Pero puede tomarse un café en un bar corriente?
–Sí que me lo tomo. Tampoco quiero alejarme de la realidad. Vivo de beber y de observar las historias de las personas. Es verdad que ahora tengo que cuidar más los lugares a los que voy. Ahora sería una imprudencia pasar por la puerta de un instituto a la hora de la salida. Yo quiero seguir siendo el mismo, lo que pasa es que a veces el contexto lo dificulta. Mi cafelito en el bar de atrás de mi casa me lo sigo tomando, mis cervecitas con mis colegas y si me apetece ir a la playa, pues voy, aunque ahora hace mucho frío (risas).
El cambio también ha sido brutal en el volumen de trabajo. En poco tiempo ha pasado de ‘El Club de la Comedia’ a participar en multitud proyectos, como la serie de Telecinco ‘B&B’, ‘Ocho apellidos vascos’, lograr un Goya, presentador de la gala...
–No creo que eche más horas en mi trabajo que usted en el suyo. Claro, las cosas que hago tienen mucha repercusión, todo suena mucho. Realmente no trabajo tanto como la gente piensa (risas). Le doy tanta importancia al trabajo como a los tiempos de descanso, a los oasis como los llamo, porque también hay que aprender a parar para afilar el hacha. Soy muy celoso de mi descanso, mi ocio y de mis momentos con mi familia y mis amigos. Son tan importantes como aceptar hacer una película o presentar una gala. Me gusta el equilibrio en este aspecto.
¿Cómo afronta esta nueva experiencia con la Gala de los Premios Goya?
–Con mucha ilusión. Me lo pasé tan bien en la primera, echamos muchas horas y fue una cosa muy ensayada y preparada. Prácticamente al día siguiente ya había una oferta por parte de la Academia del Cine. Me hice de rogar un mes porque me fui de viaje (risas), pero tenía claro que quería. Ya estamos preparando la escaleta y el guión con trazos más gruesos, pero será en el mes de enero cuando estaremos dedicados de lleno, con los ensayos, a escribir el guión y a prepararla, con muchas ganas. Después de tantos años como cómico en los escenarios, poder tener la oportunidad de presentar una gala de estas características es una suerte.
¿Le importa que le comparen con Billy Cristal?
–Es un honor que me comparen con un humorista de esa envergadura; es un maravilloso cómico y showman, que presentó muchos años la Gala de los Oscar.
Es inevitable preguntarle por la coincidencia del estreno del filme con el desafío soberanista catalán. ¿Cree que a los catalanes les puede ofender la visión que muestra la película?
–No lo sé. Son varios millones de personas y todas somos diferentes, en Cataluña, en Málaga y donde sea. Lo que tengo claro es que es una película romántica, donde como sucedió con la primera, lo único que se cogen son las herramientas, que son los tópicos de Cataluña, con su idiosincrasia, como telón de fondo, como decorado, pero la intención real de esta película es la de divertir y que la gente se emocione con historias románticas. Cuando no hay intención de ofender, no se ofende. En ese aspecto estamos muy tranquilos, luego está cómo se lo tome cada uno; es algo muy personal.
Y por si fuera poco, se ha lanzado a la escritura con el libro de cuentos ‘Agujetas en las alas’, que está siendo todo un éxito.
–Lo he hecho con mucho cariño, pero sin ningún tipo de pretensión. Son microcuentos, aforismos, greguerías o pensamientos que me han aflorado a lo largo de tres años. Ha sido más la actividad emocional que la literaria la que me ha despertado este librito. Además, ha sido ilustrado maravillosamente por Mónica de la Riva; ha hecho una pequeña joyita. Estoy ilusionado y espero que cada persona que afronte este libro lo lea desde el cariño.
¿Cómo fue la premiere de la película en Madrid la noche del miércoles?
–Estuvo muy bien. La Gran Vía estuvo colapsada. Nos sentimos muy apoyados y respaldados por la prensa, compañeros de la profesión incluso políticos. Fue un apoyo muy caluroso, muchos aplausos y hoy (por ayer) tenemos esa resaca de felicidad. Vimos que la película funciona, la gente la acogió con mucho cariño; fue una noche muy especial.
Pablo Iglesias acudió al preestreno. ¿Cree que después del 20D cambiarán las cosas en este país?
–No tengo ni idea. No me dedico a la política, así que mi opinión tiene el mismo valor que la suya o la de Sandro Rey. Lo que sería bonito es que la gente se animara a votar y que lo hiciera con criterio. Conforme con la realidad de cada uno, que vote lo que quiera votar. Lo más bonito es que hay una democracia, aunque sea una democracia un poco extraña. Se vota una vez cada cuatro años y en ese tiempo tenemos que aceptar todo lo que se impone. Ojalá cambien las cosas a mejor, porque hay muchas cosas que mejorar en este país.