Es el apelativo que le aplica a Teófila; que siempre ha sido una persona gritona y dura en sus intervenciones, pero que desde hace unos años para aquí, todo lo que hace o dice lo convierte en bronca.
Nunca en el Ayuntamiento se habían producido tantas broncas y con tanta frecuencia como está sucediendo ahora. Ya son varias las veces que la oposición se ha visto obligada a abandonar el salón de plenos, forzada por comportamientos que bordean lo democrático y la libertad de expresión. Yo desde luego no recuerdo que se le retirara el uso de la palabra a un concejal y menos por cuestiones que, si hay alguien que las incumple frecuentemente, ese es el equipo de gobierno y Teófila en particular.
Malo, muy malo es para la democracia y la libertad que quien se supone que debe moderar como presidenta haga uso y abuso de su condición, pero quizás aún peor es el daño que se hace a la imagen de nuestra ciudad y nuestras gentes.
Muchos creen que obtener una mayoría absoluta es una especie de patente de corso que permite hacer lo que uno quiera y de la forma que le parezca, y es justo todo lo contrario; el buen gobernante es el que sabe ser respetuoso con las minorías. Esos son los gobernantes que pasan a la historia, esos gobernantes que no necesitan de la bronca y de la provocación para convencernos de que sus argumentos son los mas idóneos. Lo más triste es que ese nivel de bronca está siendo trasladado a otras instituciones, pues viene siendo habitual que utilice estos comportamientos en todo lo que se refiere al Bicentenario y eso es inaceptable para Cádiz y los gaditanos. ¿Qué imagen se pueden estar llevando de Cádiz esos mandatarios americanos cuando lean en su lengua materna las broncas y disputas, chuscas y barriobajeras algunas de ellas, entre los representantes gaditanos? Sólo pensarlo me produce un enorme rechazo a esos comportamientos.
El problema es que Teófila, desde hace algún tiempo, se ha montado en el caballo de la soberbia y cree que su mayoría absoluta en el Ayuntamiento le permite hacer lo que le da la gana, cuando le da la gana, jaleada por sus gentes, a los que muchas veces les cuesta trabajo salir de la mediocridad.
En lo de la celebración del 2012 cree que ella debe ser la única protagonista y gran jefa del cotarro, no admite ni al Consorcio, ni a la Junta, ni al Estado, ella es la que ordena y manda y los demás que se dediquen a poner dinero o a hacer las obras. Y claro, pues como que no, ya no son tiempos de aceptar órdenes de comandantes.
Lo que sí está claro y es fácil de comprobar, que en ninguno de los eventos internacionales celebrados en España, alguno de sus alcaldes tuvo nunca ese tipo de comportamientos.
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