Dos óperas primas singulares coinciden estos días en nuestras pantallas. Dos miradas de mujer sobre universos cotidianos, capaces de trascenderlos e ir más allá de las apariencias Dos guiones escritos por las propias realizadoras. Una española y otra mexicana. Sus títulos, ‘Requisitos para ser una persona normal’, firmada por la actriz española Leticia Dolera y la mexicana ‘Los insólitos peces gato’, de Claudia Sainte-Luce.
Dos películas reconocidas con premios importantes. Los de Mejor Guión Novel, Fotografía y Montaje en el Certamen malagueño, la primera. Los de FIPRESCI, en Toronto, Especial del Jurado en Gijón y Mejor Película Latinoamericana en el de Mar del Plata, la segunda.
Dos cintas que, pese a su desarrollo fluido y nada estridente, contienen un peso dramático notable. Dos cintas, formalmente muy distintas, deudoras de lo mejor del cine independiente. Dos cintas con historias y protagonistas femeninas singulares. Una, más coral que otra. Dos cintas que desmontan, suave y sutilmente, las convenciones de las relaciones interpersonales. Dos cintas que apuestan sin reservas por el respeto a la diferencia, a las identidades no homologadas y a los vínculos.
En ambas funcionan los subtextos. En ambas se cuestiona el propio concepto de normalidad. En la primera, en clave, solo aparente, de comedia romántica. Y en la segunda en la de progresiva integración de una chica solitaria en un grupo familiar heterodoxo. En ambas, la levedad y la ligereza esconden importantes cargas de profundidad. En ambas, planea la tragedia, que repercute en hijas e hijos, de dos mujeres que amaron demasiado a quienes no las merecían. En ambas, sus repartos dan lo mejor de sí mismos-as.
En ambas, siendo sus puestas en escenas tan diferentes, sus estilos son innovadores. En la primera, más deliberadamente naif, con unos protagonistas tan inocentes y receptivos, como tiernos y complejos. En la segunda, más sombrío, pero nunca exenta de humor y de ironía, con un casting en estado de gracia. Las dos, habitadas por personajes que no encajan en los estereotipos al uso, ni en sus modus vivendi, ni en sus comportamientos. Tampoco siquiera en los clichés indies ad hoc. Las dos, sobradas de un encanto con pinceladas oscuras. Las dos, firmadas por sendas directoras a seguir. Ni se les ocurra perdérselas.