Andalucía

Sevilla se reencuentra con su Corpus

Más sevillanos presenciaron la tradicional procesión del Corpus Christi, organizada por el Cabildo Catedral y amenizada por las cofradías hispalenses

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Fue durante siglos la fiesta grande de la ciudad y en mayúsculas. La festividad religiosa que mejor ha reflejado la historia y marcado los tiempos de la Sevilla milenaria.

La procesión de Dios que pisa suelo hispalense cada jueves de Corpus, tal y como mandan los cánones. Todo es color y luz. Los balcones repletos de espigas y racimos de uvas entre mantones de manila. Los altares se hacen arquitectura de las fachadas más añejas. El verde del romero redunda en un perfume que merodea por todo el centro de la ciudad. Pasos, cálices, bandas, militares y un sinfín de autoridades que conforman el marco perfecto en la alabanza de Sevilla al Sacramento del Altar.

Desde muy temprano, a las 07.30 horas, la Catedral abría sus puertas para el acceso de todos los sevillanos que irían a participar de la misa estacional en el Altar de Jubileo, presidida esta por el arzobispo Juan José Asenjo. Antes del inicio de la celebración eucarística (08.30 horas), la Corporación Municipal inicó su tradicional recorrido bajo mazas hacia la Seo hispalense y amenizada por los sones de la Banda Municipal.

A esa misma hora y tras los laudes del Cabildo Catedral ante la Virgen de los Reyes, los niños carráncanos y el portentoso guión Sacramental del Sagrario, una pieza magistral del siglo XVIII, abrían el extenso cortejo desde la Puerta de San Miguel para comenzar a recorrer un itinerario que les llevaría a tomar la Avenida de la Constitución, la Plaza de San Francisco, Sierpes, Plaza del Salvador, Francos, Alemanes y Plaza Virgen de los Reyes para regresar por la Puerta de Palos.

Comenzaba el innumerable cortejo cofradiero de la ciudad. Tramos algunos digno de la Semana Santa que dilataban aún más la espera entre Santo y Santo. La primera en aparecer y pisar la kilométrica alfombra de romero fue Santa Ángela de la Cruz, obra joven de Navarro Arteaga que si bien participa del cortejo desde el pasado año 2010. Le seguirían las Santas trianeras Justa y Rufina, que este año fueron portadas por los hermanos de la cofradía de Pasión y Muerte. Posteriormente, los hermanos sevillanizados San Isidoro y San Leandro. A los que le siguen el Patrón de Sevilla, el Rey San Fernando, exornado por la hermandad de la Redención y acompañado por los sones de la Banda Municipal, y la Inmaculada Concepción de Alonso Martínez que porta la primitiva cofradía de nazarenos del Silencio. Y ya en el último tramo del cortejo, el Niño Jesús “montañesino” del Sagrario y la Santa Espina o “custodia chica” donde la hermandad del Valle toma el protagonismo.

Por entonces, tras la consagración y posterior comunión bajo los muros catedralicios, los niños Seises bailaban momentos previos al inicio de la procesión del último de los pasos. La magistral obra de Juan de Arfe y Villafañe, la Custodia donde procesiona el Santísimo Sacramento. Eran las 11.05 horas cuando el Santísimo Sacramento del Altar se disponía a presentarse ante la ciudad. El clero antecedía al gran monumento de más de 300 kilos de plata en el que se mostraba el Señor Sacramentado en el viril de oro. Y Sevilla lo esperaba. Con rezos, timoratos vivas y petaladas la ciudad se arrodillaba ante el único paso sevillano que no lo portan costaleros.

Avanzó por la avenida de la Constitución y tras cruzar ya en la Plaza de San Francisco la portada dedicada en esta ocasión a la Basílica del Gran Poder por el 50 aniversario y detenido ante la Virgen de la Hiniesta Gloriosa tendría lugar el primero de los dos motetes (composición polifónica de cantos, de texto comúnmente bíblico) que se representan en este particular recorrido. Así duscurrió, deteniéndose delante de cada altar dispuesto para exaltar aún más dicha fiesta religiosa. Momento especial el vivido este año en la Plaza del Salvador delante del altar efímero que dispone la hermandad de las Siete Palabras, puesto que era Santa Teresa de Jesús la que presidía el mismo con motivo del V Centenario de su Nacimiento. Y sobre las 12.45 horas en la Plaza Virgen de los Reyes la Custodia se detenía para recibir los honores del escuadrón del Ejército bajo una cerrada ovación del respetable que presenciaba tal acontecimiento.

Una vez dentro de la Catedral y bajo las atronadoras campanas de la Giralda el solemne culto finalizó con la exposición del Santísimo y la bendición final del arzobispo tras una mañana en la que Sevilla pareció volver a reconciliarse con su histórico Corpus.

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