"Esto ha cambiado mucho desde la última vez que vine", dice María, una sevillana que ayer paseaba de patio en patio por la zona del Alcázar Viejo, y que rememoraba la tranquilidad con la que hace casi 20 años, su última visita, se podía entrar en estos recintos, Patrimonio de la Humanidad.
Hoy, con los patios convertidos en uno de los principales reclamos turísticos de Córdoba y de la Andalucía de interior, la realidad es bien distinta, y lo primero que uno se encuentra cuando pasea por las calles del centro histórico de Córdoba, también declarado Patrimonio de la Humanidad, son colas de turistas y un buen número de voluntarios regulando pacíficamente su acceso.
Lo que no cambia, eso sí, son las caras de asombro de muchos de estos visitantes que, desde la puerta, no atisban a imaginar el explosivo cóctel de gitanillas, claveles, macetas y balcones floreados que les esperan cada vez que penetran en una de estas casas particulares convertidas en atracción turística.
Este año son medio centenar los recintos a concurso, a los que hay que sumar otros 13 institucionales.
Sesenta y tres visitas imprescindibles para los cordobeses y los miles de turistas, que tienen hasta el día 17 para inmortalizar en su memoria, pero sobretodo en sus teléfonos y cámaras de fotos estos particulares espacios, marcados por el colorido y el olor primaveral.
Eso también fue siempre así. Los patios crecieron a partir de su espectáculo floral, su explosión colorida y de olores y también de la hospitalidad de los vecinos, que hicieron de esta particularidad arquitectónica un bien común para propios y ajenos.
La propia María lo expone cuando habla con Efe: "Han cambiado un poquito, pero me gusta muchísimo. Me está resultando distinto pero también muy bonito", explica, junto a su amiga Tere, llegadas desde el barrio de San Lorenzo en Sevilla.
Esta última destaca que es la tercera vez que viene, y está encantada porque nunca había visto tal cantidad de patios.
Este aumento en el número de patios ha hecho que el Ayuntamiento haya vuelto a confiar en la reserva gratuita de pases a través de internet, para evitar aglomeraciones y para organizar la entrada en las seis rutas existentes a lo largo y ancho del casco histórico de la capital.
Además, este año en la fachada de cada patio habrá un cartel con un código "QR", en el que visualizar lo que se encontrará dentro, y esta fiesta contará con cinco puntos de información en distintas zonas de la ciudad.
Aproximadamente, son unas 180 personas las que trabajan para los patios, aunque los verdaderos encargados, los propietarios, llevan, como siempre, todo el año trabajando para ello.
Así lo indica Manuel Gaviño, del patio San Basilio, 14, uno de los más concurridos de la zona de la Judería, y que destaca que estos recintos se cuidan durante todo el año, en comunidad.
En su casa viven dos familias, que se turnan para cuidar y mantener los centenares de flores que decoran las paredes de un patio que destaca entre los demás porque tiene una cocina y por ser uno de los más antiguos que se presentan al concurso.
Gaviño espera un fin de semana muy concurrido después de que el comienzo haya sido muy atípico por su tranquilidad, aunque ya las colas para entrar a su casa sobrepasan la media hora de espera.
"Es que la mayoría repite", especifica sobre los visitantes, llegados de todas partes de España y del mundo.
Porque los patios ya han trascendido su propia estaticidad, y van acompañados de una programación especial de espectáculos de flamenco, copla, pop, rock y danza que se podrán disfrutar en la plaza de la Corredera, el teatro de la Axerquía, la Casa de las Campanas, el Palacio de Orive o la Plaza del Potro, entre otros escenarios.
Todo para hacer que el visitante y los cordobeses disfruten de la más internacional de sus tradiciones en un mes, mayo, marcado en el calendario para la ciudad de Córdoba.