Juicio político

Publicado: 16/02/2015
Descartes nos hizo ver en su método que: “las fuentes del juicio no engañan”.
El poder real de un gobierno depende del apoyo del pueblo. Los pueblos que no son maestros en disciplinas reflexivas van derecho a la perdición de modo inevitable. El poder de discernir algo como realidad implica ciertos principios de objetividad. La buena literatura hace despertar a los ingenuos de las salvadoras ideas enfáticas - sin fundamentos claros - de aquellos apologistas que con recursos fáciles fingen grandezas inexistentes, siempre sospechosas y peligrosas. No se puede precipitar a los demás a la reflexión irreflexiva, pues dañan su convivencia y bienestar; la historia suministra material abundante.

Los valores sociales están relacionados con hechos concretos, los ciudadanos razonan en términos de paro, crédito, hipoteca, pobreza, estabilidad social, etcétera. Los valores políticos, surgen con los problemas, ni siquiera con los hecho en sí, sino con sus consecuencias – la pobreza trae hambre, enfermedad, marginación y otros males -, los valores políticos no los crean la educación o los jerarquiza la conciencia - como ocurre con los valores morales -, surgen de las circunstancias de la vida, al cambiar ésta, aparece una nueva jerarquía de valores. Pero al nacer un nuevo valor también aparece un nuevo problema: su solución. El mundo de los valores políticos es el mundo de los problemas; por lo general, criticamos las ideas de los predecesores político por temor a enfrentarnos a los problemas de la realidad. El debate del no contra el no es una dialéctica de ingratitud política hacia la sociedad, en la que no hay lucidez sino descrédito. Lo que se llama decadencia propia no se corrige con burdos soniquetes en las calles, para eso están las instituciones democráticas.

Un valor es una idea subjetiva de un bien, un imaginario de bondades. Un valor político es un proyecto de ingeniería de procedimientos donde el valor moral juega un papel básico pero subsidiario. La política sin experiencia es pura fantasía. Kant nos decía en su “Crítica de la razón pura” que el conocimiento comienza por la experiencia. Sin una experiencia determinada la política es arbitrariedad. Aquellos que carecen de previsión y post-visión para la política deberían hacer un examen reflexivo de su propia ingenuidad, el hábito determina la noción de causa.

La poesía es el don de la palabra, en el corazón de la misma esta el silencio misterioso de los valores sociales. En el tumulto de las plazas los canticos de   sirenas – uno tras de otro – encienden a las multitudes que entienden sin entender nada.

El gran problema de una crisis se halla en buscar formulas, con el juicio político debido, que permitan conforme a las exigencias de los tiempos presentes encontrar soluciones políticas, ni siquiera son válidas las opiniones que son ideas aisladas; hay que construir un discurso común de respeto a los valores sociales y a la realidad existente, y convertirlos en valores políticos, luego, dar comienzo a la ardua tarea de edificar, alejada de veleidades florales.

Descartes nos hizo ver en su método que: “las fuentes del juicio no engañan”.

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