Una vez digeridos los bombones de San Valentín, marchitas las flores y apagadas las velas de la cena romántica, convendría echar un vistazo al informe “Jóvenes y género, el estado de la cuestión”, del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, dado a conocer la pasada semana. En él se señala que un treinta y tres por ciento de los chicos adolescentes entre doce y veinticuatro años “está muy o algo de acuerdo con la afirmación 'está bien que los chicos salgan con muchas chicas, pero no al revés'”. También indica que casi uno de cada cuatro cree que “cuando una mujer es agredida por su marido, algo habrá hecho ella para provocarlo”. Alto es el porcentaje de los que confiesan que “si una mujer es maltratada por un compañero y no lo abandona será porque no le disgusta del todo esa situación”.
Por otra parte “Cincuenta sombras de Grey” arrasa tanto en su formato editorial como cinematográfico. Dejando atrás la calidad literaria o fílmica de la obra, hay que reconocer que la autora británica E. L. James nos plantea una serie de situaciones difíciles de encajar en un comportamiento de igualdad en las relaciones de pareja. El libro fulminó las listas de “best sellers” y las lectoras, también lectores, lo consumían a escondidas en los transportes públicos forrándolos con papel de periódico. Muy orgullosas, orgullosos, no debían sentirse. Como dato positivo, un buen número de personas se acercaron a la “lectura” por primera vez o después de muchos años.
Mientras que las instituciones públicas y privadas invierten una importante cantidad de fondos económicos en campañas de divulgación para conseguir la igualdad de género, nuestros jóvenes se estancan en comportamientos que ya dábamos por superados. Eso parecen advertir las estadísticas y los hábitos de consumo. La situación extrema que nos lleva todo esto es a la violencia de género, que se sigue cobrando víctimas en un “chorreo” que no tiene fin.
Lo anterior es una muestra que abre un debate donde los pedagogos, los educadores tienen mucho que aportar. A ellos debemos dar la autoridad necesaria para que nuestros jóvenes comprendan la
importancia del respeto a la pareja. Nosotros, la obligación de apoyarlos. Y de paso, educarles para que si se deciden a leer novela erótica, mejor cualquier libro de la colección “La sonrisa vertical” que el sinfín de títulos que últimamente inundan las librerías.
Nos jugamos mucho. Por ejemplo, seguir celebrando el día de los enamorados.
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