El Restaurante Zona Franca cierra. La noticia ha sentado como un jarro de agua fría entre los cientos de clientes que a diario entran en el bar, no en vano se trata de uno de los bares emblemáticos de la ciudad, con casi 50 años de historia, que cerrará sus puertas el próximo domingo, dejando a siete trabajadores en la calle.
Aunque los trabajadores veían venir el triste final desde hace varios meses, no ha sido hasta el pasado día 8 cuando el dueño del local, Rafael Romero, les comunicó la noticia.
Cayetano Corrales es el camarero más antiguo del Bar Zona Franca. Entró siendo un chiquillo, hace la friolera de 42 años, de la mano del antiguo dueño, Isidoro Díez. “Aquí hay trabajo por un tubo, nosotros por lo menos no paramos, entre otras cosas porque quedamos muy pocos de todos los que éramos. El negocio es rentable”.
Antonio Álvarez, más conocido como Antonio El Churrero, es el segundo empleado más antiguo. Entró con 16 años. Natural de Alcalá de los Gazules, se vio obligado a emigrar para trabajar en este bar cuando murieron sus padres: “Tenía 12 hermanos y yo tenía que mantenerlos, así que me vine aquí, y el anterior dueño me acogió en su casa, que estaba en el piso de arriba. Aquí he pasado los últimos 36 años de mi vida. Ésta es mi casa, aquí he tenido mis primeros amores, he compartido el nacimiento de mis hijos con mis compañeros, en definitiva, aquí me he hecho un hombre y un profesional de mi sector”.
Los trabajadores se quejan de que el dueño no ha dado la cara desde que anunció el cierre. “Eso es lo que más nos ha dolido, porque no nos merecemos que esto se acabe sin ninguna explicación después de las horas que hemos echado en este negocio”, comentaba Juan Pérez, otro de los empleados que se verá en la calle con 56 años.
Desde que abrió al público hace 48 años, el Restaurante Zona Franca ha sido un referente en la ciudad y el principal negocio que abastece desde sus inicio a los usuarios y empleados del polígono industrial de la Zona Franca. A base de menús, tapas y desayunos, el local da respuesta a los trabajadores de la zona.
Desde sus orígenes, uno de los sellos de identidad de su carta han sido los churros. De hecho, Antonio El Churrero, asegura que le duele “en el alma” que haya personas mayores que se dejan caer por el bar en busca de sus churros “y no las podemos atender”.
Los trabajadores confían en que haya algún empresario que quiera hacerse cargo. Ésta que les narra echará de menos los bocadillos de tortilla que ha consumido escribiendo páginas para el VIVA CÁDIZ.
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