Miles de personas han despedido hoy a la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, en un funeral oficiado en la Catedral de Sevilla por el cardenal Carlos Amigo Vallejo, tras lo que el cadáver ha sido trasladado al cementerio de San Fernando, donde será incinerado.
El cortejo fúnebre, compuesto por seis vehículos, abandonó la Catedral en medio de palmas "por sevillanas" con la que la despidieron los varios miles de sevillanos que esperaban a lo largo de la avenida de la Constitución.
El funeral ha estado presidido por el arzobispo emérito de Sevilla, cardenal Carlos Amigo Vallejo, y concelebrado por el arzobispo José Asenjo.
Casi cuatro mil personas, entre familiares, allegados a la fallecida y curiosos han asistido al funeral en el interior de la catedral, donde el arzobispo ha definido a Cayetana de Alba como "noble por herencia y noble, muy noble, de corazón. Noble en el servicio a los más necesitados".
El viudo de Cayetana Fitz-James Stuart, Alfonso Díez, y los seis hijos de la duquesa han permanecido situados en la primera fila de sillas a la izquierda del altar, junto a Cristina de Borbón Dos Sicilias -sobrina del rey Juan Carlos- y su marido, Pedro López de Quesada.
Los hijos de la duquesa han saludado uno a uno antes del comienzo de la ceremonia a la infanta Elena, que ha acudido en representación del rey Felipe VI, tras ser recibida a su entrada al templo por Alfonso Díez y Carlos Martínez de Irujo.
La Infanta ha estado sentada junto a los familiares -en una posición avanzada- y a muy escasos metros del Altar Mayor, donde contrajo matrimonio, que también fue oficiado por Carlos Amigo.
Alfonso Díez se ha visto apoyado durante el oficio religioso por los hijos de la duquesa y, especialmente al final del mismo, por Cayetana Rivera, hija de Eugenia Martínez de Irujo, quien se ha abrazado durante largo rato al ya viudo de su abuela.
Entre los asistentes a la ceremonia estaban el ministro de Defensa, Pedro Morenés; el presidente del Senado, Pío García Escudero; la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, y el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido.
El féretro de la aristócrata, rodeado por cuatro blasones blancos y un gran cirio pascual en el altar presidido por una imagen de la Virgen de la Granada, entró en el templo portado por sus nietos mientras sonaban los acordes interpretados por la coral polifónica acompañada por el organista de la catedral.
Antes de dar inicio a la celebración, el cardenal Amigo Vallejo saludó a los familiares de Cayetana de Alba y a las autoridades asistentes.
En su homilía, ha dicho que "la vejez venerable no se mide por los muchos días ni por el número de años, sino por una vida llena de nobleza y de bondad".
Con estas palabras del libro de la Sabiduría se ha referido el arzobispo emérito de Sevilla al hecho de que la duquesa de Alba haya fallecido con muchos años, 88.
Antes de celebrar la ceremonia religiosa, el cardenal se ha dirigido a los asistentes ante el altar del jubileo de la Catedral de Sevilla para decir que el motivo que los reunía hoy era "especialmente triste y doloroso" aunque ha advertido de que "la vida no termina junto al sepulcro" y se ha referido a la duquesa de Alba para decir que ya ha "completado su peregrinación".
El féretro de la duquesa fue trasladado a la Catedral de Sevilla después de que cerrara a las 11.00 horas la capilla ardiente, que ha estado instalada desde ayer en el Salón Colón del Ayuntamiento y ha recibido la visita de unas 80.000 personas.
Centenares de personas han esperado a la salida del féretro en Plaza Nueva, sede del Ayuntamiento, y en la avenida de la Constitución para acompañar al cortejo fúnebre en su camino hacia la catedral hispalense.
Tras la ceremonia religiosa los restos de Cayetana de Alba serán trasladados al cementerio de San Fernando, donde serán incinerados, y después parte de sus cenizas se trasladarán a la iglesia del Cristo de los Gitanos, de Sevilla.
Allí quedarán depositadas en una capilla dedicada a la duquesa que podrá ser visitada por el público, según ha confirmado el Hermano Mayor de la Hermandad, José Moreno Vega.
El resto de las cenizas se llevará al panteón familiar que la Casa de Alba tiene en el convento de la Inmaculada Concepción de Loeches (Madrid), donde están enterrados los dos maridos anteriores de la duquesa, así como sus antepasados.