¿Clases separadas?

Seguro que en estos tiempos que corren ustedes han oído hablar de Keynes. Está en boca de todos los que hablan de economía...

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Seguro que en estos tiempos que corren ustedes han oído hablar de Keynes. Está en boca de todos los que hablan de economía.

John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, adquirió notoriedad con sus primeros trabajos durante la Conferencia de Paz de Versalles, cuando propuso no castigar a Alemania a fin de evitar su ulterior revanchismo. En 1936, publicó la más importante de sus obras, la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, en la que formuló las bases de lo después llamado keynesianismo. Su tesis fundamental consistía en que el paro era un resultado de la caída de la demanda efectiva, y por ello, para lograr el pleno empleo, se hacía necesario reactivar el sistema económico con inversión y gasto público.

Perteneció al grupo de Bloomsbury y era conocido por su agudeza. Repetía una frase muy interesante: cuando, en economía, alguien dice que es original, probablemente se limita a repetir las ideas de algún economista ya fallecido. Eso nos pasa a todos incluso respecto a nuestras más queridas ideas. Más que elaboraciones nuestras, se limitan a repetir las ideas en boga en nuestra época de crecimiento.

Viene esto a cuento de la idea dominante en la clase política y en una gran parte de la opinión pública española, sobre la bondad de educar juntos en la misma clase a niños y niñas. No es de extrañar que sea la idea general. En España, antes de la Constitución, la enseñanza estaba mayoritariamente en manos de una Iglesia Católica que favorecía separar las clases por sexo; su principal argumento era, ¿cómo no?, sexual. Como todo el mundo sabe, en aquella época, había diez mandamientos, el sexto mandamiento y otros nueve que nadie recuerda.
Lo moderno, lo progresista era estar en contra de ello y forzar a que la enseñanza fuese mixta. Y no era una idea tonta. La abrumadora mayoría de sociólogos y pedagogos estaban a favor de la enseñanza mixta. Tanto era el consenso que esta idea, esta teoría, quedó plasmada en las leyes de modo que en España no se subvenciona a los colegios que separan por sexo.

Pero, ¿es que alguien propone esa separación? Los colegios del Opus o, lo que es lo mismo, lo más conservador de la Iglesia Católica. Parece que siguen los mismos bandos ideológicos que en la década de los setenta; los muy católicos y los progresistas. Por supuesto, los colegios del Opus defienden su derecho a defender y poner en práctica sus ideas, su libertad de elección. Pero, ¡ay!, las leyes lo impiden.

También esta situación impide pensar sobre este asunto. Cualquiera que cuestione la enseñanza mixta es tachado, ad hominen, de ultraconservador, de facha, de meapilas o de lo que sea. Pero, ¿qué dicen los expertos, los sociólogos, los pedagogos? No parecen estar en el debate; el debate es ideológico, pero no de ideas, sino de ideologías.

Últimamente me cruzo con artículos al respecto. Tratan de experiencias que se están realizando en diversos países sobre la eficacia (no la ideología) de la enseñanza con separación o no de sexos. Recuerdo artículos sobre la muy progresista Suecia y los menos progresistas EEUU.

Se va extendiendo la noción de que el ser humano no es una tabla rasa (Pinker) sobre la que se puede escribir lo que sea. Somos producto de la evolución de una especie animal (psicología evolutiva) y, por consiguiente, niños y niñas, hombres y mujeres, somos diferentes. No mejores, ni peores; diferentes. Como señalaba The Economist hace poco, no hay que olvidar que las cualidades en que los hombres brillan más que las mujeres son las menos importantes en el mundo actual, en el estadio actual de la evolución.

No solamente ambos sexos son diferentes, sino que los ritmos de maduración de las habilidades y capacidades personales son diferentes. Esto abogaría por una enseñanza separada durante una parte de la educación. En los EEUU un grupo, nada conservador, va extendiendo la enseñanza separada demostrando que los alumnos de las escuelas separadas obtienen mejores resultados académicos y de comportamiento. ¿Por qué es tan difícil hablar de esto en nuestro país?

Keynes también se hizo famoso con una frase a alguien que le reprochaba que defendía una idea diferente a la que sostenía tiempo atrás: “Cuando aparecen nuevos hechos, yo cambio mis ideas, ¿qué hace usted?”.

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