De este estudio se desprende que 38 familias no disponen de agua caliente, 16 no tienen agua corriente en sus viviendas, otras 15 no cuentan con baño o ducha para poder asearse y 10 familias comparten el inodoro con otros vecinos.
Un 5% de estas familias no tienen luz eléctrica y un 15% viven sin gas butano.
En cuanto al estado ruinoso, un 21% de familias que viven en casas de vecinos consideran que éstas se encuentra en ruina y algunos de ellos incluso tienen avisos de desalojo por peligro de derrumbe, aúnque se ven obligados a permanecer alli porque no tienen donde ir.
Otros datos indican que el 19% de las familias encuestadas aseguran que la vivienda donde residen no es habitable y un 13% de familias viven hacinadas.
Una de las conclusiones que se extrae de este estudio es que la pobreza se cronifica y no es fruto de la crisis, es estructural y viene de antes, constatandose en el recorrido de estas familias, que son situaciones que han empeorado a lo largo de estos años de precariedad laboral y económica.
El problema del acceso a la vivienda sigue siendo, de una parte, el desempleo prolongado, la falta de liquidez con serios problemas para hacer frente al pago de hipotecas, alquileres y suministros y la insuficiencia de los sistemas de protección social