La Gatera

Pan y circo, por favor

Tiene servidora la mala costumbre de “bichear” la prensa antes de poner los pies en el suelo cada mañana...

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Tiene servidora la mala costumbre de “bichear” la prensa antes de poner los pies en el suelo cada mañana. Ventajas de la era digital, que terminará por atrofiarnos los miembros inferiores. Y digo “bichear” que no leer, porque me conformo con un puñado de titulares para comenzar, que ya vendrá la lectura intensa mucho más tarde.

Aparte de titulares, lo que más me fascina es ese recuadro discreto que los periódicos colocan en sus portadas digitales, y que titulan: “Lo más leído”. Hay en ese ranking de ojos curiosos todo un tratado de sociología y si me apuran, hasta de antropología. Porque, decida lo que decida el director de cada periódico para que salga en la portada, el lector construye su propia realidad periodística según sus necesidades o su hastío. Así es habitual encontrar noticias de serpientes encontradas en mitad de la calle por encima de la operación Púnica o del último imputado en esta pasarela Cibeles en que se nos está convirtiendo la Justicia.

Independientemente de que soy de la opinión que una noticia importante en manos de un mal periodista se convierte en basura, y justo al contrario, una noticia de tercera en manos de un buen periodista merece portada, hay razones poderosas para que actuemos así.

Y no voy a caer en la tentación snob y despreciable de decir que los lectores no tienen nivel y se enredan como los mantones de Manila en las noticias infantiles y morbosas. No creo que sea así. Más bien se trata de una nube de hastío la que trae esta lluvia de incongruencia.

Es tan sencillo como que en la ciénaga de corrupción en la que nos estamos ahogando, cualquier burbuja de aire es un tesoro. Y entre tanto titular de prensa que diagnostica un país enfermo, una serpiente en mitad de una calle, o un niño que canta Rocket Man, mejor que el mismo Elton John, pueden convertirse en una tabla de salvación para volver a la normalidad.

Panem et circenses, pan y circo contaba el poeta romano Juvenal que el gobierno daba a los pobres para conseguir su voto. Pan y circo, consumía el pueblo a cambio de su voluntad.

Pues bien señores, nuestra voluntad pide un país limpio donde ganarnos el pan, que del circo ya estamos hasta las narices.

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