Centenario povedano

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El pasado sábado, 25 de octubre, tuvo lugar en la Catedral la clausura del centenario de la fundación del colegio Pedro Poveda, de Jaén, que se cerró con la celebración de la Eucaristía. Lo que nació siendo una Academia, que respondía al ideal pedagógico que el joven sacerdote linarense Pedro Poveda había intuido en Guadix y madurado en Covadonga, vio la luz por vez primera en Jaén, donde el hoy santo Pedro Poveda había llegado en 1913 como canónigo de su primer templo.


El mismo año de su llegada a nuestra capital, Pedro Poveda creó este centro de enseñanza, que ha visto pasar por sus aulas a generaciones y generaciones de niños y jóvenes, que han sido formados por el carisma povedano que sabe aunar en apretada síntesis fe y cultura, cristianismo y ciencia, pues, como recordaba Poveda, Dios es el señor de las ciencias y no puede haber, pues, contradicción entre la revelación cristiana y el conocimiento humano.


Por ello, la clausura de este centenario no es una efemérides cualquiera. La siembra que Poveda esparció en Guadix, Covadonga o Madrid, encontró tierra fértil precisamente en Jaén, donde la Institución Teresiana fue reconocida como Asociación de Fieles en 1917, y donde el pedagogo linarense reclutó a algunas de las más conocidas “teresianas” de aquella primera hora. A lo largo de este siglo de existencia, la sembradura pedagógica y evangelizadora de Pedro Poveda ha dado frutos maduros, muchos y buenos, que intenta recordar el centenario que se ha desarrollado con la celebración de multitud de actos, a los que puso un magnífico broche de oro la Eucaristía del pasado sábado. A Poveda le tocó vivir en un período histórico concreto, marcado por los intentos de renovación pedagógica y de apuesta firme por una escuela donde, en perfecta simbiosis se aunasen los valores cristianos con los mejores logros de la escuela moderna. En la base del proyecto pedagógico povedano, que en Jaén cumple cien años, se conjugaban la intención de presentar un cristianismo atrayente en diálogo con las ciencias y realidades humanas, junto con una labor de amplia promoción social por medio de la educación, labor especialmente dirigida a la mujer.


El ideal de Poveda era presentar a una sociedad fuertemente reticente frente a lo religioso, sobre todo en los círculos culturales, un humanismo cristiano atrayente y creíble, porque asumía y potenciaba los rasgos más humanizadores de la cultura. El rosario de colegios, internados y academias que Poveda empezó a desgranar en un amplio proceso fundacional pronto empezó a dar sus frutos. Y en Jaén se ha recordado el centenario del inicio de esa siembra generosa, mientras se siguen recolectando los abundantes frutos de ese trabajo pedagógico y evangelizador, que forma ya parte irrenunciable de la historia más reciente de Jaén.


Una conocida canción polaca, “Sto lat”, que solían cantarle a Juan Pablo II, el Papa que canonizó a Poveda en 2003, afirma: “Cien años, cien años, / Que vivas, vivas para nosotros. / Cien años, cien años”. Se la cantamos hoy al colegio Pedro Poveda añadiendo: “¡cien años como los que has vivido ya, y muchos, muchos más!”.

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