Para Unicef, la pobreza en España tiene rostro, o más bien, acento malagueño. Y es que la barriada, a partes iguales conocida y temida, de Palma-Palmilla, ha sido el escenario de uno de los vídeos que ilustran su última campaña, la de los niños de la recesión. La crisis ha hecho estragos en la población infantil. Y, lejos de lo que podamos pensar, también con virulencia en los hasta hace poco llamados países ricos. Baste unas cifras: en solo cuatro años, la tasa de pobreza infantil en nuestro país ha pasado del 28,2 al 36,3%.
Luisa, como así han llamado a la pequeña malagueña para preservar su identidad, narra sin tapujos las apreturas que viven en casa, como si regresáramos a la España de otra época, aquella de la que intentamos huir durante décadas. “Mi padre antes trabajaba en un taller, pero en 2007 lo echaron, mi madre también trabajaba”, relata la pequeña, que cuenta cómo acude a un comedor social, Er Banco Güeno. Y no se llama así por casualidad. Si uno rasca, y ahonda en la historia y devenir de esta barriada, descubre, por ejemplo, que antaño lo que hoy provee de alimento a Luisa y su familia fue una entidad bancaria que, una vez quedó vacía, los propios vecinos ocuparon y ahora gestionan con donaciones.
Unicef calcula que la recesión ha llevado hasta el umbral de la pobreza a 2,6 millones de niños como ésta malagueña. España ocupa el puesto número 35 de 41 estados de la OCDE analizados en el informe de esta organización que trabaja a favor de la infancia. El mayor incremento de la pobreza infantil se ha producido en los países del sur de Europa: España, Grecia e Italia, así como en Croacia, los tres Estados bálticos y otros tres Estados muy castigados por la recesión, Irlanda, Islandia y Luxemburgo.
"Muchos países ricos han sufrido un gran salto hacia atrás en términos de ingresos de los hogares, y el impacto en los niños tendrá secuelas prolongadas para ellos y para sus comunidades", ha valorado el director de Política y Estratégica Global de Unicef, Jeffrey O'Malley.
Aún sí, no pierden la esperanza de soñar con un futuro más prometedor. “Quiero ayudar a los pobres, darles lo que necesiten, que todos tengan casa y estén bien, y ningún niño pase necesidades”, cuenta Luisa. Entre las conclusiones del estudio que Unicef presentó este martes en todo el mundo destacan que aunque los programas para proteger a la población infantil han servido para mucho, en 2010, los países comenzaron de forma brusca con los recortes con un impacto muy negativo en los niños, sobre todo en la región mediterránea. Luisa, de uno de los barrios más degradados de Málaga, es la muestra de ello.