Con dos menores e “ignorada” por el Ayuntamiento de Cartaya

Publicado: 16/09/2014
Ha pedido, sin respuesta hasta ahora, ayuda al Consistorio cartayero ante el pésimo estado de su casa
Seis personas de una misma familia: un matrimonio, sus dos hijas menores -de 12 y 15 años-, esta última con una discapacidad reconocida del 50%, una anciana (madre del marido), y una hermana de éste, viven hacinados en una vieja casa de muy reducidas dimensiones en pleno casco urbano de Cartaya. Una casa cuyos techos se encuentran en muy mal estado, como ha podido comprobar VIVA, estando incluso semiderruido en el caso de algunas estancias. Una situación que el Ayuntamiento de Cartaya viene “ignorando” y “desoyendo” desde hace ya más de un año, a pesar de las repetidas peticiones de ayuda de dicha familia por su falta de recursos económicos ya que actualmente todos sus miembros están parados y dependen económicamente para subsistir de la pensión de la madre del marido.

Así lo ha puesto de manifiesto el matrimonio, Cati del Valle (42 años) y José Luis Palomino (50), quienes han asegurado a Vica que ya no pueden aguantar más porque a la peligrosidad que supone el estado de la vivienda, se suma el poco espacio del que disponen. Y es que la casa solo tiene dos habitaciones habitables (las techumbres del resto están semiderruidas), en una de las cuales duermen la madre de José Luis y la hermana de éste, y en el otro, una pequeña estancia de apenas seis metros cuadrados, están obligados a compartir dos pequeñas camas el matrimonio y sus dos hijas, una de las cuales, la mayor, pesa algo más de 100 kilos. 

Del Valle, que comparte cama con la hija mayor, la cual duerme en casa todos los días, además de pasar en ella los fines de semana por estar ingresada por su discapacidad en un hospital de día, asegura tener “la espalda y las cervicales destrozadas y con un problema degenerativo, además de sufrir pinzamientos y artrosis en la columna”. Una situación que la ha dejado en el paro después de verse obligada a estar de baja varios meses. Su último trabajo, asegura, fue a través de una subcontrata como limpiadora en una instalación turística de El Rompido, donde trabajaba sólo ocho días al mes por 280 euros. Ahora, asegura “estamos todos los miembros de mi familia en paro y sin ingreso alguno, salvo la pensión de mi suegra”, con la que “hacemos malabarismos para llegar a fin de mes y, sobre todo, para que las niñas no pasen hambre”.

Sin apoyo municipal
Por todo ello, afirma estar “harta de ir a pedir ayuda al Ayuntamiento y nadie hace nada”. En este sentido asegura que hace ya más de un año se puso en contacto por primera vez con la concejala de Servicios Sociales, la popular Constanza Pérez “y desde Semana Santa que se comprometió, aún estoy esperando que alguien venga a comprobar el estado de la casa”. Igualmente añade que ha ido a pedir una cita al alcalde, Juan Polo, el cual “hasta el mes de octubre no tiene hueco”.

Mientras tanto, afirma, “la casa cada vez está peor, los techos se siguen viniendo abajo, en invierno entra agua en varias habitaciones y hay mucha humedad, dándose el caso de que una de mis hijas es alérgica a ésta”. Ante la falta de espacio, también se ven obligados a guardar sus enseres, incluida la ropa de todos, en las estancias donde el techo ya está semiderruido. A pesar de todo, lamenta Del Valle, “estoy viendo que en el Ayuntamiento están pasando de mi olímpicamente. Nadie se mueve por mí”. “En servicios sociales -prosigue- me dijeron que ellos en el cajón no tienen puestos de trabajo ni viviendas, y yo solo pido que me ayuden con lo que sea. Lo que no puede ser es que me den a entender que aunque vengan a ver la casa va a ser para nada. Yo sólo quiero una solución que pase por un alquiler social o algo parecido, pero en el Ayuntamiento me aseguran que no hay nada, y creo que su obligación es buscar soluciones a los vecinos, pero a todos, no sólo a quienes ellos quieren.

Discriminada
En este sentido, afirma sentirse “discriminada” ya que “sin querer tener más derechos que nadie, sino los mismos, sé que a otras familias se les ha arreglado la casa, y en algunos casos enterita, estando en las mismas condiciones económicas que nosotros”. Una discriminación que achaca, en parte, a su relación familiar con el asesino condenado de la pequeña onubense Mari Luz, del cual es hermana. Y es que asegura saber que “no soy muy bien mirada en el Ayuntamiento. Me juzgan sin conocerme y sin saber cómo soy. ¿Yo qué culpa tengo de lo que haya hecho mi hermano?. Y creo que ese puede ser uno de los motivos, que mi hermano es quien es”. Igualmente manifiesta que lo que hizo su hermano, Santiago Del Valle, “lo estamos pagando toda la familia, incluso nuestras hijas en la calle y en el colegio, y no tenemos más remedio que aguantar”.

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