Comienza de nuevo septiembre y con él la vuelta al trabajo y a la normalidad para la mayor parte del país, aunque en la última semana de agosto se aprecia cada vez más una menor afluencia en las playas y una mayor actividad en la ciudad. Pero en todo caso esta semana para muchos es en la que hay que volver a coger el ritmo y sin duda cuesta. Yo no creo en eso del estrés o del síndrome post vacacional, que me parece un invento absurdo, pues lo que hay es tan simple como que siempre es un esfuerzo volver al trabajo tras descansar.
Pero en todo caso nos enfrentamos a un mundo en una situación realmente complicada con guerras como las de Irak o Siria y conflictos tan graves como los de Ucrania o Gaza. Hemos vivido un verano en que hemos vuelto a conocer la enorme amenaza terrorista que nuevamente proviene en buena parte de un fanatismo islámico que no alcanzamos a atajar. Por el contrario, resulta que quien es capaz de degollar a una periodista es precisamente un ciudadano inglés que abraza esas opciones hasta el punto de ser protagonista de crímenes como ése.
Y vemos cómo la policía inglesa tiene que aguantar sin hacer nada soflamas a la guerra santa de quienes entroncan con esos yihadistas a quienes hemos visto proclamar: “Somos los musulmanes quienes queremos hacer cumplir la sharía en esta tierra. Juro por Dios, el único Dios que existe, que la única manera de hacer cumplir la sharía es mediante las armas”.
Todo ello para además ver como sigue repitiéndose en ciertos sectores que se dicen progresistas eso de que todo lo que tenga que ver con la Iglesia católica es poco menos que entroncar con la Inquisición, pero lo que venga del Islam de alguna manera hay que disculparlo.
Creo que no hay duda de que en todo ese fanatismo tenemos un grave problema que es necesario atajar desde los países occidentales con medidas como las que propone el Sr. Cameron y con una profundización en difundir y proclamar ideas y pautas que alejen de esa tentación terrorista y totalitaria a quienes puedan sentirse atraídos por ellas.
Y mientras tanto en todo caso parece que en España se proclama un cierto triunfalismo económico que no acabo de ver y que no creo haya llegado realmente a un país en que entre otras cosas seguimos viendo cómo muchos de los mejores se tiene que ir al extranjero para trabajar.
