Opiniones de un payaso

Opiniones de un payaso. Éste es el título elegido para la presente columna de esta semana...

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Opiniones de un payaso. Éste es el título elegido para la presente columna de esta semana. Con permiso, por supuesto, de Heinrich Böll, al que juro que he leído, y constancia quiero dejar de ello, ahora que tan de moda está citar frases célebres aunque no se tenga ni pajolera idea sobre la identidad de quien las inmortalizó.

Y, de paso, ya me gustaría a mí también, con la maestría en el manejo del humor, la ironía y el sarcasmo que el autor alemán mencionado demuestra metiéndose en el pellejo de un clown fracasado llamado Schnnier.
He de admitir que vocación por hacer reír no me ha faltado, por muy antipático que pueda parecer, y no tanto por exceso de cariño a los demás como por una escasez de aprecio hacia mí mismo. Ya se sabe, eso que se llama autoestima.

No lo suficientemente desequilibrada como para un encierro, creo, ni lo necesariamente estable como para ser considerado normal, de lo que me alegro.

En cualquier caso, y tal como están las cosas, voy a pedir que me sometan a intervención, como esta semana han hecho con la Caja de Castilla y La Mancha y quizá puedan hacer en los meses venideros con otras entidades financieras, según ha adelantado el Banco de España, en la persona de su presidente, para que luego no digan que no ha avisado y que es un traidor.

Uno es, a fin de cuentas, entidad y, bueno, con las finanzas quizá no se relaciona pero se pelea, así que por qué no se le iba a poder aplicar al que esto escribe y suscribe esa misma clase de ungüento, que es, además, y rima con… cuento.

Aunque también estoy planteándome lograr –sirva lo que sigue de homenaje a la memoria de un viejo amigo, ingenioso y ocurrente donde los haya–: que se me declare persona catastrófica, o algo por el estilo.

De todas maneras, antes de tomar una medida desesperada, me voy a esperar al lunes, no a fin de ver si nos cambia para mejor la vida, después de la Cumbre del G-20 y como consecuencia de las decisiones que en ella se han adoptado, sino por si cae la breva y tengo la suerte de atrincar un pleno al quince en la quiniela de fútbol.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN