Viví durante años en Sevilla, una ciudad que se modernizó en la última década hasta que llegó la era Zoido; una ciudad convertida en habitable a base de valientes políticas que chocaron con los poderosos intereses de determinados grupos de presión, apoyados por los conocidos libelos de tinte conservador que pululan por sus quioscos y donde únicamente se enseña una Sevilla: la de la farándula y el postureo. Y me decía un profesor de Sociología que esa imagen, la de la gomina, la feria, los toros y los coches de caballo, la que nace en lo más profundo del centro de la ciudad pero se irradia para maldefinir quiénes y cómo somos los andaluces, poco o nada tenía que ver siquiera ya no con un almeriense, sino con la misma vida en el barrio sevillano de San Pablo o en Pino Montano.
Siempre pensé que algo muy parecido, salvando enormes distancias, ocurre con Ronda, una ciudad en que las goyescas nos llenan las bocas cuando en estos tiempos hay quienes no tienen siquiera qué llevarse a esas bocas para comer. Y viene aquí la reflexión a propósito del acto de homenaje al LX aniversario desde la primera goyesca, que no me pareció ni bueno ni malo en sí mismo, pero que desde luego supone un gran plato de pan y circo si tenemos en cuenta cuándo ha venido a celebrarse, a pocos meses de unas elecciones locales, y si se tiene además en cuenta que ha habido que explicar y bien eso de los 60 años cuando a fecha de hoy sólo ha habido 57 corridas. El acto fue correcto e incluso emotivo; pero entiendo que es un acto que está demasiado alejado de las realidades que viven algunos de los barrios de una ciudad que, pese a ser mucho más pequeña que Sevilla, también sufre la cruda realidad de la crisis y la desigualdad social.
Algunos gobernantes romanos ya idearon esa fórmula del pan y del circo, gastando ingentes cantidades de dinero en organizar veladas teatrales y espectáculos y repartiendo trigo a los pobres para esconder otras carencias de Gobierno. Alimentos para los pobres y espectáculos. 4.689 parados en Ronda. ¿Hacia dónde camina la ciudad? ¿Qué de bueno reportará el millón de euros que se va a dilapidar bajo una biblioteca en una de las zonas menos accesibles del polígono? ¿Cuál es ese modelo de ciudad que debe convertir a Ronda en una ciudad habitable? ¿Qué futuro imaginan para los rondeños nuestros gobernantes? A nada de esto responden ni los actos ni las continuas comparecencias públicas a que asistimos diariamente.
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