Andalucía

“¿Casta? Hay quien utiliza el insulto para abrirse hueco en política”

Manuel Gracia, presidente del Parlamento andaluz, ha sido entrevistado en el circuito regional de Ondaluz TV

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Manuel Gracia nos habla de sus inicios en la política antes de legalización los partidos.  Se afilió al sindicato y al PSOE  “por un lado por la voluntad de cambiar la enseñanza. Era profesor de instituto en una situación en la que veía la injusticia que tenía un sistema educativo profundamente clasista y autoritario. Por otro por contribuir a cambiar la vida de un país sometido a una dictadura que todavía daba coletazos importantes. Estábamos recién salidos de un estado de excepción, en enero del 69,  poco después de terminar la carrera. Tuve que esconderme en una pensión en Atocha porque los que formábamos parte de una determinada cátedra de la que fui ayudante estábamos perseguidos. A uno de sus miembros lo deportaron. Del sindicalismo a la política fui por voluntad de acción y de cambio. Llevé temas de educación en todas mis actividades parlamentarias por lo que la evolución de lo sindical a lo político fue una continuidad”.

¿Haber sido protagonista de un proceso constituyente en España y el nacimiento de la autonomía en Andalucía  le permite ver con una mejor perspectiva la situación actual?

-Sí. He tocado la política municipal, la estatal y la autonómica. A partir de 1982 manifesté a mi partido que si mi dedicación valía para algo tendría que ser para y en Andalucía. Este bagaje me permite tener una visión más amplia y serena. Vivimos tiempos acelerados y la velocidad es mala consejera, incluso en política. El sosiego y la reflexión no son incompatibles con la acción política. Hay que intentar gestionar al compás de la ciudadanía. La política es cercanía con la gente y estar muy en su piel.

Usted nació en una comarca que fue un emporio minero. ¿Qué recuerdos tiene?

-En Peñarroya. Allí viví tres años por lo que mis recuerdos de infancia son pocos. Nunca dejaré de agradecer  a su Ayuntamiento que me hiciera Hijo Predilecto por unanimidad. Es el ejemplo de muchas zonas mineras andaluzas de un gran esplendor económico. La mina daba mucho trabajo y buenos salarios aunque en condiciones de trabajo muy duras. Además había una industria auxiliar que hizo que tuviera un desarrollo económico y comercial fuerte. El declive de la minería lo fue del pueblo y de la zona y en estos momentos aun siguen peleando en la cuenca minera por encontrar alternativas a esa especie de monocultivo.  Hay sitios donde se está consiguiendo mejor, en otros peor,  pero sigo confiando que mi pueblo logre un futuro mejor

Y de Peñarroya a Córdoba

-Estudié bachillerato en Córdoba. En Córdoba solo existía entonces la Facultad de Veterinaria. Por eso me fui a Madrid a la Facultad de Filosofía. Pude estudiar porque tenía beca. En Madrid viví cinco años fundamentales en mi formación académica e implicación en la vida política pues contribuí a la creación de Sindicato Democrático de Estudiantes. Fui un año responsable de prensa de este sindicato por lo que me sometieron un expediente disciplinario. Tras finalizar volví a Córdoba de profesor interino. Saqué las oposiciones y me fui a Málaga y después a Córdoba en un instituto que fue referencia por su nivel y actividades. Entonces había en la capital sólo cuatro institutos. Dos cursos que recuerdo con gran satisfacción. Me presenté a oposiciones para cátedra y las saqué. Estuve en Montilla de catedrático hasta que llegó la Transición y mi actividad política.

¿Qué entiende o siente cuando unos representantes políticos hablan de la “casta” política?

-La utilización de una terminología despectiva no me parece aconsejable.  Los ciudadanos pueden entender todo en la vida política. Comprenden discrepancias y disputas. No voy a despreciar a los que nos tildan de “casta”. Me siento muy orgulloso de pertenecer al PSOE, un partido crucial en la historia de la España y no sólo en estos 35 años sino mucho antes. Hace más de 130 años que existimos como partido y es el único que existe con su misma identidad y valores. Ahora es fácil caer en la demagogia y aprovechar el vicio de hacer política de taberna como los que desde la barra del bar arreglan todos los problemas del tirón. No hay porque faltarle a nadie para defender posiciones. En mi vida política nunca le he faltado el respeto a nadie y tengo cierta fama de defender con bastante firmeza mis convicciones. Eso es perfectamente compatible. Además, los ciudadanos se identifican más con quien hace política de esa manera. Hay quien utiliza el insulto y la descalificación para abrirse hueco en política.

¿Y qué opina sobre el referéndum monarquía-república, ahora o más adelante?

–Que haya quien reclame un referéndum es absolutamente legítimo y algo que había que esperar. Mi opinión, que hay que hacerlo en el marco del Estado de derecho, de la Constitución y en estos momentos no es el problema número uno ni le va a resolver los problemas a los ciudadanos. Y a la dirección de este país le viene muy bien ese debate. El PSOE ha defendido la necesidad de una reforma de la Constitución pero, en estos momentos, no hay el impulso suficiente para reforma ese pacto del 78, que fue fruto del consenso. Hay que tener respeto a las reglas del juego y el consenso sobre la forma de estado sigue siendo válido, abordémoslo con tranquilidad cuando haga falta.

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