Si alguien tenía alguna duda de la existencia de los verdaderos y reales intereses de la minoritaria, fundamentalista, integrista, católica, apostólica y romana, ya puede disiparla. El Partido Popular, mejor dicho, gentes en el gobierno y que viven de la política en ese partido, han iniciado el trámite para conseguir que la mujer embarazada sea madre, quiera o no. Obligar mediante la Ley a las esclavas de la procreación, a las “débiles mujeres” a parir a toda costa y ello enarbolando la bandera de la defensa de la promesa de vida que es un embrión. Eso sí, ese nuevo ser, al que se dice defender para que nazca, no tendrá garantizado nada.
A quienes martillean con la ley a la mujer obligándola a dar a luz, no se les pasa por su sucia mente que ninguna mujer desea abortar. ¡Idiotas engreídos! No han pensado ni un momento que una vez producido el nacimiento no deseado nadie se alegrará y el bebé estará condenado. Sentirá lo ingrato de nacer sin ser deseado, sin ser querido, experimentando desde el mismo momento de su nacimiento que no es bien recibido, porque en realidad es una pesada losa para la vida de su madre. Curioso que nada se diga de las obligaciones paternas y menos de las obligaciones de un Estado que mandata parir. Quienes dicen defender el derecho a la vida, tienen por obligación que ir más allá y garantizarle a ese nuevo ser y a su progenitora una vida digna, casa, comida, vestido, transporte, educación, sanidad. ¿Por qué esto no se garantiza de ninguna manera, si tanto importa a estas inquisitoriales mentes, el derecho a la vida?
Y tanto cacareado derecho del cigoto, recién fecundado, tiene, además de una gran dosis de “mala leche”, un trasfondo ruin, que persigue el control de los cuerpos, el control, no sólo de la maternidad, sino de la sexualidad. Su máxima se llega expresar en sus sucias bocas: Aquella, chica o mujer, que mediante la relación sexual, quede en estado ¡que se joda! ¡Que no hubiera follado! Porque además, la ideología religiosa que sostiene esta dilapidatorio acto legal, penalizan los anticonceptivos, por la misma regla de tres. Ya que para estas oscuras, sucias y ruines mentes, la sexualidad entre hombres y mujeres no debe realizarse nada más que para procrear. Doctrina farisaica que viene siendo el buque insignia del dogma católico. Su objetivo es la aplicación del control más exhaustivo de las conciencias. El control de las tendencias sexuales en los seres humanos ha sido de siempre el elemento esencial para ejercer el control de las mismas. Esta doctrina, que contiene el germen del fundamentalismo más radical que sociedad humana haya conocido. Contiene la vocación de imponerse a todos, pretendiendo universalizarse, ya que asegura que solo hay una verdad: ¡la suya!. No hay dudas en las mentes impuras y retorcidas de quienes viviendo de la política, que se supone pagamos entre todos, sirven a las oscuras fuerzas del mal, demoníacas donde las haya, y someten a toda la población, cual fascismo definitivo, al mandato de la minoría que se cree investida de la verdad divina por la ley de los números, aunque estos sean pequeños.
Fdo. Rafael Fenoy Rico Comunicación Educación CGT
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