Cuando una persona acude a una oficina del Servicio Andaluz de Empleo para inscribirse como demandante, la atención de los profesionales se dirige a determinar cuál es su perfil ocupacional, realizando una entrevista en la que se localizan cuáles son las acciones que pueden beneficiarle para que éste acceda a un nuevo puesto de trabajo o incluso mejorar el que posee en la actualidad.
Así, el demandante recibe información sobre los dispositivos de los que dispone el Servicio Andaluz de Empleo y se ponen a su disposición los instrumentos que le facilitarán la búsqueda de un nuevo puesto de trabajo. La variedad es amplia e incluye una guía de ocupaciones, enlaces para encontrar empleo, información sobre ayudas, becas y subvenciones, un directorio de empresas, actuaciones de formación, una guía práctica para encontrar empleo o asesoramiento para realizar un currículum de forma sencilla.
Con la introducción de las nuevas tecnologías, el primer paso es la elaboración de un currículum y de un certificado digital, que permitirá al demandante modificar su oferta laboral, sacar sus informes, gestionar y consultar las ofertas tanto por provincias como por sectores, algo que también puede realizar en los llamados puntos de empleo a través de la huella digital.
Una vez realizada la entrevista personal, el orientador detecta las necesidades formativas de empleabilidad del demandante o incluso sólo aclara cuáles serían las posibilidades laborales del futuro trabajador, ya que en muchas ocasiones sólo hace falta clarificar cuál es el nuevo camino que debe tomar para mejorar su empleabilidad o acceder a un nuevo empleo.
Los instrumentos se adaptan a las necesidades de los demandantes pero son comunes, ya que desde el Servicio Andaluz de Empleo se ofrecen políticas generales y no individuales, aunque se personaliza el seguimiento, por eso es importante que el propio demandante participe en la búsqueda de esa oferta.
Así, cuando las necesidades son formativas se les ofrece la posibilidad de participar en los cursos que posee el SAE dependiendo de las actividades que puedan venirle bien al demandante. De esta forma, se les ofrece información concreta y se les enseña “cómo venderse”, tanto de cara a una oferta ya establecida como a la búsqueda del sector laboral al que se pueda dedicar. Cuando se detectan otras necesidades se les deriva a la Red Andalucía Orienta para que reciban una atención más especializada, acorde con sus necesidades y expectativas.
La segunda labor de los servicios de empleo es la intermediación, es decir, una serie de agentes buscan y reciben las ofertas de empleo de las empresas, sean andaluzas o no (hay un apartado específico para el Espacio Económico Europeo), y a la vez se ofrecen los candidatos inscritos en el SAE, adecuando los perfiles, a las empresas que se han puesto en contacto con el servicio para buscar demandantes de empleo.
La gestión de los candidatos no es fácil, más cuando subyacen algunos tópicos que sobreviven a lo largo del tiempo. La confusión existe cuando se cree que el SAE tiene “metidos en un cajón” los puestos de trabajo. Su labor es facilitar a las empresas los currículos de los mejores candidatos y buscar las empresas para poder aportar ofertas a los demandantes. Pero no todas las empresas “confían” en los servicios públicos de empleo: un ejemplo, las grandes empresas buscan a sus trabajadores a través de una consultora, que cobra por ello y ofrece los mismos servicios, pero de cinco candidatos escogidos, tres ya se los había ofrecido el SAE.
Algunos tópicos
También se enfrentan los servicios de empleo a varios tópicos que se pretenden “corregir”, puesto que el objetivo es preparar para el mercado de trabajo, no para recibir un empleo. Así, los empresarios no pueden pedir la conocida como “tarjeta del paro” porque sólo la Seguridad Social puede determinar si una persona está dada de alta o no, y no es necesaria para un nuevo contrato; apuntarse como demandante “ por si acaso” o decir que quiere trabajar en “lo que salga” manifiesta poca predisposición del demandante, además de hacer difícil el trabajo de orientación o formación del propio SAE; si un demandante sólo espera que le llamen, sin actualizar su currículum o mejorar sus posibilidades de acceso a otro empleo, será difícil que consiga entrar en el mercado laboral.
Otro problema con el que se enfrentan los servicios públicos de empleo es la poca claridad con la que las empresas ofertan puestos de trabajo, motivo también por el que crea frustración en los propios demandantes. Si una empresa ofrece los perfiles menos cualificados con los más bajos sueldos, o incluso sólo dice que se pagará “según convenio”, es difícil que el SAE pueda cubrir su oferta y que, a la vez, pueda satisfacer a los demandantes, que rechazan aceptar las mínimas condiciones que se les ofrece.
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