Avanza la Feria de Abril en mayo confirmando que lo más demandado es la caseta con aire acondicionado y que lo más comentado es que nunca se ha visto tan poca gente y tan poco consumo en el Real. Sevilla va a la Feria, sí. Caballos, carruajes y trajes los hay, muchos y algunos hermosos, pero la costumbre de pasear se ha extendido hasta dominar la de compartir mesa, plato y copita, porque este año, se ve demasiado paseo pero poco bolsillo lleno que costee seis días seguidos de fiesta. De todo hay, como en la viña del Señor, y en algunas casetas sigue el dispendio aunque se note algo que seguimos en crisis. En otras, el descenso de ventas cae como una losa al feriante, que espera ansioso a que llegue el jueves por la noche, cuando a las puertas del fin de semana se animen los que trabajan, porque campa entre el respetable la sensación de que hubiera sido mejor tener un día festivo local para disfrutarla.
Las cifras cantan aunque haya que esperar hasta los fuegos artificiales para hacer el balance final, pero no hay nada más que comparan el martes del pasado año, que cayó en vísperas del día festivo local -algo que hay que tener en cuenta- y el de éste. Tussam transportó medio millón de personas en hora punta pero en global ha sido un 8,85% menos que en 2013 y, aunque haya que tener en cuenta los nuevos aparcamientos para motos, lo cierto es que la basura recogida ha descendido un 11%, prueba evidente de que el consumo ha caído considerablemente. Si muchos de los feriantes adelantaron el trabajo al puente para los “madrileños”, lo cierto es que por ahora no están teniendo mucha respuesta de los sevillanos.
La prueba: a las doce de la noche de este martes, el ambiente en el 80% de las casetas era el de las tres de la mañana de un día habitual, y no por borrachos, sino por falta de gente. Y otra prueba: sólo 21 intoxicaciones etílicas, lo que significa que o el sevillano ha aprendido la lección y disfruta sin excesos, o no se ha consumido como para llegar a esos extremos etílicos. Y otra, que hayan hecho 179 controles de alcoholemia y sólo 9 hayan dado positivo tiene dos lecturas, o somos muy responsables o aquí pocos han bebido como para no coger el coche. En cualquier caso, los dos últimos apuntes, aunque pudieran indicar que es palpable el descenso de consumo, en realidad son aspectos positivos de la fiesta que habría que destacar y que alentar, que los sustos -los agradables- sólo hay que llevárselos en las atracciones de la Calle del Infierno.
Y éstas últimas, a pesar de que han puesto precios que pueden considerarse competitivos (unos cuatro euros de media) son las primeros en resentirse, más las de tómbolas, casetillas de tiros y demás, que se quejan de que además de que haya descendido el consumo, encima no las dejaron funcionar en la preferia, algo que dicen no entender. Quizás eso de separar tan radicalmente el puente del 1 de mayo de la Feria no haya sido tan buena idea, al menos para ellos.
Pero hay cuatro días más para la esperanza: dosificar fuerzas y bolsillos no ha sido muy tradicional en Sevilla, que siempre se ha volcado en los primeros días para irse a la playa el fin de semana. Quizás este año sea diferente.
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