La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta ha realizado en los últimos diez años 1.076 actuaciones subsidiarias de vigilancia e inspección en materia de ruidos, a petición de los vecinos afectados.
Con motivo del Día Internacional de la Concienciación contra el Ruido, la Junta ha informado en un comunicado de la cifra total durante 2013, que asciende a 150 intervenciones y de las cuales 91 se realizaron a petición de los ayuntamientos, 51 por iniciativa de los vecinos y ocho por solicitud de los juzgados.
El mayor número de actuaciones subsidiarias se realizaron ese año en la provincia de Granada, con 39 mediciones, seguida de Sevilla (27), Huelva (24), Cádiz (18), Jaén (17), Córdoba (12), Almería (12) y Málaga (1).
Asimismo, las actividades que generaron más mediciones fueron las relacionadas con bares y restaurantes (63), ocio (49), y las relacionadas con las instalaciones deportivas, supermercados, transformadores, etc. (38).
El Reglamento de Protección contra la Contaminación Acústica en Andalucía tiene como objetivo la regulación de la calidad del medio ambiente atmosférico para prevenir, vigilar y corregir las situaciones producidas por ruidos y vibraciones.
Esta normativa constituye el marco normativo andaluz en la materia, desarrollando la Ley 7/2007, de 9 de julio, de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental (Ley GICA) e incorporando los distintos índices, límites y objetivos fijados en la normativa básica estatal, a la vez que se establecen los métodos y procedimientos de evaluación de la contaminación acústica.
En el último Ecobarómetro de Andalucía, elaborado por el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) para la Consejería, la mayor parte de los andaluces mencionan el ruido (el 20,85%) como uno de los principales problemas ambientales de ámbito local, tras la suciedad de las calles (28,2%) y la falta de zonas verdes (21,7%).
Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, el ruido ambiental tiene efectos adversos sobre la salud de las personas. Deficiencias en la audición, trastornos del sueño y la conducta, merma en el rendimiento y disfunciones fisiológicas o de salud mental son algunas de las consecuencias de los altos niveles sonoros en la sociedad actual.