Algo que estaba en la mente de todos, el relevo generacional en los partidos... La frase no es mía si no que es escuchada en el desayuno informativo en el que participó ayer Juan Manuel Moreno Bonilla, con doble apellido, como otros políticos, de la vieja escuela, de la nueva y de la de enmedio. A mí los baños de masas y multitudes me gustan cuando son congresuales, tanto los que ocultan las peleas internas como los que ven en la unanimidad la necesaria catarsis tras una debacle o tragedia. La de ayer fue significativa pero no tanto como la de Susana Díaz, pero no es lo mismo ser el incipiente jefe de la oposición que tener ya un cargo como el de presidenta de una comunidad como la andaluza. De aparentar sabemos mucho en esta España nuestra y de pegarnos al que más tiene o parece tener, más aún. Y si hay relevo generacional, en unos y otros, como que todavía no lo veo con tanta claridad como lo ven otros.
Una que es crítica a más no poder con las estructuras obstusas y fagocitadoras de los partidos políticos, poco puede creer que un cambio de cara implique mover los cimientos de algo. En el caso del PP, dudo incluso que muchos hayan superado el tachín-tachín-tachín-tata-chichín de aquel congreso de Arenas, ese campeón que hasta hoy le ha quitado protagonismo a Juanma (él se llama así, no es que yo me exceda en la confianza), directa e indirectamente. Primero, porque directamente le han preguntado por él. Y segundo, porque inevitablemente tiene su sello: en sus repeticiones, en su forma de dirigirse y moverse hacia los que tiene a su alrededor e incluso algunas de sus muletillas políticas, que si pacto, que si cumbre, que si... Bueno, ya lo irán escuchando, porque no se va a dejar de mover por toda Andalucía, como hizo Arenas para conseguir ganar -que no gobernar- por primera vez en casa.
La cosa pública, desde que se ha profesionalizado, tiene estas contradicciones. Si en una empresa privada te estancas y no eres capaz de avanzar, simplemente te hundes o, como mucho, sólo consigues pagar facturas y poco más. Siempre hay que adaptarse o innovar, que está muy de moda ahora. Si los que se dedican a la cosa pública fueran un pelín más inteligentes, verían que, como profesionales que son, deberían adaptarse un poco más -o un todo- a las exigencias de su mercado, que lamentablemente somos nosotros los votantes. Pero no, el relevo generacional se limita a cambiar de rostro y a sustituir corbatas por chalecos de pico... O trajes por chaquetas, o por faldas, o por camisas de cuadros... Pues digo lo mismo que dije en su día con la que fuera en su día alcaldesa de Triana... Los nuevos relevos generacionales me tienen que demostrar aún que son algo más que un discurso que suene bien. Yo, sigo esperando y veremos en la abstención de las europeas cuántos seguirán esperando.
