El parque de Grazalema

Porque nunca faltan argumentos para llenar estas líneas, han pasado algunas semanas sin que pudiera hablar del parque natural que lleva el nombre de mi pueblo, y a ello me dispongo, no sin quedarme con ganas esta semana de hablar de orugas procesionarias en ese nuevo capítulo de la telenovela del pa

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Porque nunca faltan argumentos para llenar estas líneas, han pasado algunas semanas sin que pudiera hablar del parque natural que lleva el nombre de mi pueblo, y a ello me dispongo, no sin quedarme con ganas esta semana de hablar de orugas procesionarias en ese nuevo capítulo de la telenovela del parque de perros o de los enfados que el Ayuntamiento inventa para atacar a la Junta, en plan barriobajero, ahora por no ganar Ronda un concurso que nunca tuvo asegurado pese a vender el Ayuntamiento la piel del oso antes de cazarlo en el caso del proyecto de interpretación de la medina de Ronda. Y eso por no hablar del debate de los presupuestos y de la utilización incalificable que del caso Acinipo hizo la alcaldesa al verse acosada. ¡Qué nos quedará!

Pero vayamos a lo del parque natural. Porque felizmente parece desactivada la idea de abandonar este espacio protegido que llegaron a defender los alcaldes serranos integrados en el mismo. Y digo felizmente porque de seguro el parque natural ha beneficiado más que perjudicado a estos pueblos. Porque tras esa idea sólo cabría entender cierta actitud partidista, si no electoralista, de un grupo de regidores agarrados a una buena causa contra la Junta de Andalucía, peligrosa por cuanto suele haber ciertos asuntos delicados capaces de enervar o calentar los ánimos de las gentes, siendo uno de ellos este asunto.

Todo debate es positivo, pero planteado desde la objetividad. Todo debate puede sostenerse a partir únicamente de criterios objetivos. Y es por ello que aquella primera propuesta en torno a la idoneidad del nombre del parque se desinfló tan pronto como fue extendida, y así ha ocurrido con esa otra guerra en torno a la idoneidad de pertenecer o no a un espacio protegido.

Estoy absolutamente de acuerdo con que la administración debe, por justicia, tratar en igualdad de condiciones a todos los territorios; opino, sin embargo, que esos territorios deben ser capaces de desarrollarse en virtud a su propia competencia, sin reclamar infantiles paternalismos que no se sostienen más que por la insensatez creciente en que, en plena situación de crisis, han sido planteadas esas también insensatas reclamaciones.

Lo políticamente correcto en este asunto sería afirmar que los pueblos de Málaga están en su derecho de bla, bla bla...; pero es que es obvio que todos los pueblos tienen derechos, sin que esos derechos deban ser mejores para sí que los de cualquier otro lugar.

Como creo conocer mi pueblo, creo firmemente que en Grazalema, sus gobernantes y sus vecinos supieron y entendieron, desde un primer momento, que las capacidades turísticas de la conservación de nuestro territorio lograrían éxitos sociales y económicos; el mérito es propio, no regalado. Y es por ello que la más sensata opinión malagueña en torno a este asunto ha sido la defendida por el Ayuntamiento de Ronda, que aún alimentando la creada polémica en torno al delegado de Medio Ambiente o a los fantasmas de la discriminación, entendió lo insensato que siempre fue proponer una salida del decano de los espacios protegidos andaluces, marca reconocida a nivel nacional e incluso fuera de nuestras fronteras.

¿Cuáles son las amenazas? Desde mi punto de vista, el alejamiento de los colectivos y vecinos serranos del parque natural e incluso su burocracia. Y, por supuesto, aquellos discursos políticos más propios de patio de vecinas que de los representantes electos del pueblo. Son los alcaldes quienes, sin dejar de estar junto a sus vecinos, deben ser capaces de ver el bosque; de no alimentar opiniones inexactas; de perseguir el mejor futuro para los suyos, al margen de cualquier objetivo cortoplacista, de esos que se vinculan habitualmente al interés partidista. Sólo de ese modo todos acabaremos ganando; y acabará ganando el maravilloso entorno que debemos cuidar entre todos.

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