Joven, muévete

Publicado: 09/03/2014
Hoy en día, los jóvenes no tenemos tiempo para perder. Hay que moverse, buscarse el pan de cada día como sea.
El otro día en la Iglesia del Carmen, mientras las Juventudes cargadoras cofrades hacían su evento para desvelar el cartel de su Semana Santa, me puse a pensar.

Una asociación con el nombre de juventudes, y los representantes pasaban la veteranía, el ganador del cartel si tenía pinta de joven, pero del resto, poquito. Por cierto, fue un honor ver a un alcalde tan metido en la Semana Santa, desconocía que en su juventud fuera cargador.

Curioso cuando en Cádiz la mayoría de las personas deambulaban en la calle disfrutando del carnaval, aquí la mayoría estuviéramos en la iglesia. Si es que el incienso nos pierde.

Ante este panorama, no sé qué pintaba la delegada de juventud en ese acto. Juventud había algunos pocos por devoción propia y niños arrastrados por sus familiares… Todo esto, como espectadores.

Quizás fue por la banda, no por interés; claro está, si no porque habían mucho más jóvenes que en la misma organización.

Hoy en día, los jóvenes no tenemos tiempo para perder. Hay que moverse, buscarse el pan de cada día como sea. La manera tradicional es acabar una carrera, y ya luego pensamos en qué hacer.

Conozco casos, pocos pero los conozco, de personas que nada más acabar su graduado, han conseguido el empleo de su vida. Chicos que han visto la luz al final del túnel. Por ende, también conozco casos de llegar a la meta para no obtener el triunfo.

Entonces, si eres de esos miles… Habrá que seguir estudiando, pensando en el máster, o complementando con estudios secundarios, o incluso buscando un empleo inferior a lo que en tú cabeza ideaste.

¿Qué pasa con los que no podemos costearnos nuestros estudios? Vivimos en una sociedad hipócrita, donde la universidad pública es mero título. Nos movemos con estudios secundarios, para puestos de trabajo de segunda. Grave error si rematamos mi frase con un, “pero al menos trabajas”.

¿Podrán abusar de nosotros porque trabajamos? ¿Tendremos salarios mínimos porque al menos trabajamos? Cuántos derechos cedemos con tan solo cuatro palabras.

Opciones hay muchas, buscar quehaceres voluntarios, por si acaso algún día suena la flauta y entonces podemos tener unos gananciales que cubran al menos nuestras necesidades más básicas, o secundarias. El caso es hacer lo que sea por una remuneración.

¿Vivir de lo que te gusta? Entonces casi nadie sería funcionario del ayuntamiento… O asesor… ¿O sí? Deberíamos de vivir en una tecnocracia para evitar sobresueldos a personas que hacen lo que deberían de hacer los políticos del momento, que para algo están ahí. Mientras la tontería de la democracia sigua ahí, yo quiero ser asesor… ¡Anda que no!

El joven de nuestro presente tiene el doble de dificultad. El de antaño empezaba con pocos recursos, con ideas retrógradas en su ámbito familiar. Aprovechando como podía de un país que poco a poco florecía. El de hoy empieza desde muy pequeño con todo, poco a poco se lo van quitando, y cuando llega el momento de la verdad, cuando realmente debería tener todos los recursos que sean posibles… Ya apenas tiene algo.

No siempre es así, siempre estará el afortunado de turno que lo tenga todo. Pero la inmensa mayoría, aquí estamos, autodidactas de nuestro sino. Algunos caerán en el pesimismo y navegarán en bancos de metal en parques sin nombre. Los pocos que lo consigan serán los vencedores… Esto suena un poco a la saga de “Saw”, ¿no?

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