La hembra de lince ibérico que fue mortalmente atropellada el pasado viernes en un camino rural de Villamanrique de la Condesa (Sevilla) estaba preñada de dos cachorros, ambos machos, y había sido tiroteada, según ha revelado la necropsia que se le ha practicado.
Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente informaron ayer a Efe de que la radiografía practicada a esta hembra, llamada Theo, ha revelado que había sufrido disparos de escopeta de cartuchos ya que tenía siete perdigonazos que no afectaron a órganos vitales pero sí, mermaron sus facultades físicas.
Con todo, la necropsia ha confirmado que la causa de la muerte fueron las lesiones causadas por el atropello y no las heridas por perdigones.
El animal fue encontrado muerto en el camino rural de la Algodonera a la Laguna de San Lázaro, dentro del Espacio Natural de Doñana, lo que ha reactivado las protestas de los grupos ecologistas contra el asfaltado de las vías rurales que rodean este espacio protegido, en los que en los últimos años han muerto atropellados varios ejemplares de lince ibérico.
Theo ha sido el primer felino que muere atropellado en lo que va de año en la comarca de Doñana y su pérdida supone un duro revés para la exigua población de este felino, considerado el más amenazado del planeta y del que en dicho espacio protegido sólo sobreviven medio centenar de ejemplares, de los que únicamente veinte son hembras.
Esta hembra, de siete años, se había asentado en el noreste del Espacio Natural de Doñana, en una zona conocida como Gato, de gran valor estratégico para la expansión del lince y donde propietarios de fincas, cazadores, técnicos de la Junta de Andalucía y conservacionistas de WWF-España habían consensuado en los últimos años actuaciones para protegerla.
De hecho, una de las propietarias de estas fincas, la fallecida Esperanza de Borbón-Dos Sicilias y Orleans, tía de don Juan Carlos, fue premiada por la Junta de Andalucía por sus actuaciones en favor de la conservación del lince en este territorio, uno de los pocos del entorno de Doñana recolonizado por este felino en los últimos años.
Freno a la política del asfaltado y persecución de los furtivos
Por su parte, la organización Ecologistas en Acción pidió ayer a la Junta de Andalucía que ponga freno a la "política de asfalto que impera en la comarca de Doñana en los últimos años" y que promueva la denuncia pública y la persecución de los cazadores furtivos para garantizar la supervivencia del lince ibérico.
Según el representante de Ecologistas en Acción en Doñana, Juan Romero, el atropello es la "primera causa de muerte no natural de linces en Doñana", apuntado que, además, "curiosamente, casi todos los felinos muertos de esta manera presentan restos de munición en su organismo cuando se les realiza la necropsia".
Por ello, apostó por llevar a cabo en todas las carreteras de la comarca medidas correctoras para limitar el impacto de la infraestructuras en la movilidad del lince, así como una "moratoria" que evite la construcción de más vías en la zona.
Igualmente, abogó por continuar con la campaña de educación y sensibilización ambiental en favor de la conservación del felino, especialmente en el seno de la sociedad de cazadores, pues, según indicó, "no podemos permitir que cuatro pistoleros desarmados disparen impunemente a una de las especies más emblemáticas de la Península Ibérica".
"Los cazadores furtivos, que tienen un peso importantísimo en Doñana, deben de ser perseguidos y que el peso de la ley caiga sobre ellos", afirmó, por lo que realizó un llamamiento "para que éstos no tengan cabida en la sociedad de cazadores". Según el ecologista, los furtivos aprovechan los fines de semana, en los que se "relaja" la vigilancia en los espacios protegidos, para actuar "impunemente".
Por otro lado, consideró "fundamental" la puesta en marcha de un plan de recuperación de los hábitats del lince, que comprenda la articulación de corredores ecológicos. Así, se refirió al caso de Caribú, el último lince traslocado desde Sierra Morena a Doñana, quien, después de recorrer centenares de kilómetros, se encuentra actualmente en Santa Ana la Real, en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
Según Romero, la experiencia de Caribú "demuestra que si se recuperan los ríos y las riberas y se reforesta la zona, el espacio va a ser utilizado por las especies para desplazarse y sobrevivir en libertad y, además, estas actuaciones generarían empleo".