Poder desarrollar y ejercitar una afición en el lugar de trabajo, unir ocio y negocio, en fin, es lo que hace Francisco Javier Sánchez Pérez, gaditano del año 1962 y encargado de mantenimiento de la Casa Fragela, situada en la plaza homónima de la capital y actualmente, y desde 2008 dedicada a residencia geriátrica.
Este trabajador, belenista a tiempo parcial en ratos libres cercanos al adviento, construye, planifica, idea y desarrolla el Belén que la Casa Fragela expone desde hace cinco años, con la afición que le inculcó su tío Juan Pozo cuando contaba con ocho años de edad.
Sánchez, que también lleva en su currículum con banda sonora de villancicos el haber sido autor del Belén del Convento de San Francisco durante tres años, cuenta para esta tarea que le ocupa dos meses y medio con la inestimable ayuda de su hija menor Marta, y de Federico Sánchez, Paco Medina y Pepe Ramos.
Montañas nevadas realizadas con mimo a base de tela de arpillera de sacas envuelven una escena cuyo epicentro es el tradicional nacimiento compuesto por Niño Jesús, San José, Virgen María y mula y buey, al que acompañan una veintena de figuras de buen calibre obra del escultor madrileño José Luis Mayo Lebrija y del artista barcelonés Daniel López Alcántara, entre las cuales no faltan, faltaría más, ni Melchor, ni Gaspar, ni Baltasar.
Remata el belén de tres por dos metros, aproximadamente, una fortificación, un ángel anunciador envuelto en nubes de algodón, mariposas en las flores y un río con caudal y corriente cuya dificultad estriba en que no se desborde y dé al traste con la pequeña obra de arte que le rodea.
Además, la representación navideña puede observarse con hasta cuatro tipos de iluminaciones como son de noche, día, anochecer y amanecer, todo un alarde.
El Belén, que puede visitarse desde el pasado 8 de diciembre y hasta el próximo 6 de enero, con un horario de 10.45 a 12.45 horas y de 16.45 a 19.15 horas, en la ya mencionada Casa Fragela, si bien queda fuera del concurso oficial de belenes, aporta a su autor “la recompensa de la satisfacción que se llevan al verlo los mayores de la residencia y los niños que acuden a visitarlo”, que no es poca cosa con lo que disfrutar.