Vestidos para la ocasión, y tras recibir unas lecciones de consejos básicos de higiene profesional y gastronomía por verdaderos expertos culinarios de la Escuela de Hostelería, los chavales de la zona norte se pusieron manos a la obra para elaborar un menú especialmente creado para ellos a base de magdalenas, donuts, rosquillas y pastas de té.
Lo mejor del proceso creativo, como ellos mismos comentaban, fue la espectación final que se había creado puesto que tras el duro trabajo realizado durante toda la tarde llegó la fiesta y los allí presentes contaron con una merienda muy especial a base de los dulces que ellos mismos habían elaborado.
Asimismo, los profesores de la Escuela de Hostelería afirmaban que este grupo de niños tenía muy buenas cualidades culinarias, y prueba de ello es que la participación ayer en este taller de repostería era el premio ganado el año pasado en un concurso gastronómico que organizó el Ayuntamiento para niños en su programación de primavera.
En aquel entonces, el grupo ganador estaba dividido en dos grupos: los más pequeños presentaron a concurso un tren de gominolas y los mayores hicieron las delicias del jurado con unas trufas a base de chocolate blanco.
Tras acabar de merendar, muchos de ellos afirmaban sin dudar: ¡Mamá, quiero ser repostero!.
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