Ahora bien, que tengan que valorar la discapacidad de mi hijo en cada comunidad por la que pase, eso puede esperar. Que cada vez que pido una receta para un medicamento le den alta sin más en la Seguridad Social de Madrid o Castila La Mancha, o de donde esté en ese momento, eso carece de importancia. Que haya que cambiar la medicación según la comunidad porque los medicamentos de unos no están en la lista de otros, ¿a quién le importa? Lo verdaderamente trascendente es que un señor ministro pueda cazar aquí o allí. Si una ambulancia se tiene que parar en la frontera de una comunidad y tiene que ser otra la que traslade al enfermo por la comunidad contigua, eso no importa; hay que engordar los ingresos de las comunidades siempre que no sea a costa de los venados de un señor ministro. Don José Blanco también se ha referido al asunto y ha hecho la comparación con el disparate que sería tener diecisiete carnés de conducir.
Sus opiniones, la de los dos, sobre la necesidad de acabar con los permisos de caza descentralizados, ofenden. Ofenden a los discriminados en cosas tan esenciales como la salud, la educación, la economía y hasta la propia Justicia; es decir, ofenden a la mayoría de los ciudadanos. Como imagino que no me lee, le remito a que alguno de sus ayudantes le busque un artículo titulado Mi hijo, en el que contaba el vía crucis de un chico discapacitado por culpa de una burocracia impresentable, de una forma de entender el Estado que a muchos nos resulta inmoral, injusta y hasta ilegítima. Me refería a la parte médica y social pero podría escribir otro sobre las distintas prestaciones, los diferentes baremos, la educación.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es