Despreciablemente antideportivo

Publicado: 04/06/2013
Mourinho ha ido sembrando tempestades, sin ser consciente, o sí, del daño que ha ido haciendo a todos los que trabajan para que el deporte y la educación vayan de la mano
El deporte es un ejemplo de vida. Desde la base, en cualquiera de sus disciplinas, va cimentando en los futuros protagonistas de la sociedad valores como el esfuerzo, la superación y el respeto al contrario y las diferencias, amén del desarrollo de las capacidades físicas, imprescindibles para eso tan cierto de ‘mens sana in corpore sano’. Es algo primordial en el proceso educativo. Además, deporte es salud y salud es alegría. Por más que algunos patéticos tristemente mediáticos se empeñen con sus enriquecedores personajes en dar una imagen de seriedad, tristeza, guerra, insulto, desprecio y vileza. Escuché una vez decir a Toni Nadal, tío y entrenador de Rafa, algo así como que había metido en la cabeza poderosa de su sobrino que no se le olvidara nunca que si había llegado donde había llegado era porque sabía jugar muy bien al tenis. Por nada más. Que no por eso se pensara superior a nadie. Quizá por eso, Rafa sí es ejemplo de los valores del deporte, sí debe tener cobertura mediática y sí representa la humildad del grande. Sin embargo, hay otros despreciablemente antideportivos que se siguen haciendo de oro haciendo del deporte conflicto y falta de educación. En España ha estado tres años. Y le han sobrado aquí 36 meses. En todo ese tiempo, los aficionados sanos del Real Madrid hemos tenido que soportar la invasión de un club al que ha hecho enemigo de las buenas formas. Impulsado por su ego enfermo y auspiciado por los ‘canis’ de las tertulias ultras de la malsana prensa ¿deportiva?, Mourinho ha ido sembrando tempestades, sin ser consciente, o sí, del daño que ha ido haciendo a todos los que trabajan para que el deporte y la educación vayan de la mano. Él sí se cree superior porque dice saber de fútbol. Qué asco de personaje. Por suerte, se ha ido de España. Pero me temo que nos quedan arcadas para rato, porque, pese a todo, los creadores de titulares seguirán pendientes de los vómitos en forma de palabras de una persona que es para el deporte lo que los pasteles para el diabético. Destructivo. Le deseo el mayor de los fracasos en su proyecto del Chelsea, y en el próximo y en el próximo. Para ver si así, más pronto que tarde, desaparece de la primera línea de un sector, el deportivo, al que este portugués no puede seguir representando. Hasta nunca, Mourinho.

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