Los hechos ocurrieron en el Taller de Joyería Crisbel, situado en la calle Sacramento. Tal y como relatan José Luis Moreno, dueño de la joyería, y su hermano Jesús, un hombre de “unos 30 años, arreglado y con habla sudamericana”, entró en el establecimiento, tras preguntar a los joyeros por los cordones de oro, rápidamente se fijó en uno de “gran valor”, con un precio de unos 1.600 euros aproximadamente.
Hasta ahí, todo correcto. El momento de confusión llegó a la hora de abonar la cantidad. Después de que Jesús comprobara la identidad del individuo tanto en la tarjeta de crédito como en el pasaporte, se percató de que la calidad de la tarjeta dejaba mucho que desear. “La tarjeta no tenía calidad en su impresión, además no tenía el holograma en relieve de las tarjetas Visa y un material que al tacto no era como el de las tarjetas de crédito”, explica Jesús que tras no aceptar la tarjeta recibió por respuesta del cliente un “pues voy a sacar dinero y vuelvo enseguida”. A día de hoy todavía los joyeros esperan la llegada del comprador.
La similitud con otro caso les puso en alerta
cádiz| La “casualidad” y la “similitud con otro caso que le ocurrió a un compañero”, fueron las claves para que Jesús y José Luis se percataran del intento de timo.
“Curiosamente esta misma semana recordamos con un compañero, Javier de la Joyería Regent, un caso similar. Pues él, hace aproximadamente un año, sufrió un mismo intento de timo, aunque en esta ocasión él sí que cargó el importe”, explicó Jesús que comenta que el caso de Regent, que corroboró la existencia del timo al mismo tiempo que confirmó que aún está pendiente de resolución judicial, guarda similitudes. “En ambas ocasiones se trató de una compra muy rápida y de un producto de gran valor, además de tratarse de personas de características parecidas”; explica Jesús Moreno, de la Joyería Crisbel.
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