Un laboratorio biotecnológico de Sevilla ha participado en el desarrollo de un test que sirve para determinar la calidad del aceite de freír. Esta prueba, pensada para los establecimientos de hostelería, solo necesita una muestra del aceite de la freidora para determinar si puede seguir usándose o si debe ser cambiado. De esta manera se sustituye la práctica habitual por la que el cocinero era el que “a ojo” determinaba la calidad del aceite, por un método mucho más preciso. Este test mide el nivel de compuestos polares en el aceite, unas sustancias que pueden resultar perjudiciales para la salud del consumidor. Esta prueba está diseñada para aceite proveniente de semillas, como el de girasol, y se utiliza ya en más de seiscientas cocinas españolas.
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