Tiene 30 años, es de Jerez, que no de Córdoba como han dicho en otros periódicos de tirada nacional; “soy jerezano por los cuatro costados; es mi padre quien es de Córdoba”, apostilla, y aunque está abrumado por el éxito de su primer libro Yo precario, reconoce que está viviendo un sueño del que no quiere despertar. Javier López Menacho se siente escritor “porque llevo 15 años escribiendo”, y encima con su primera publicación autobiográfica de una etapa laboral complicada “he entrado un poco por la puerta grande” al contar con un prólogo de Manuel Rivas, portada de Miguel Breva y con Enrique Murillo como editor. Agradecido y generoso por todo lo que le está pasando, ha pasado toda su infancia enel centro, en la calle Prieta (cuenta que su madre se asustó mucho tras el derrumbe de una fachada) y aunque lleva años viviendo fuera, sigue muy vinculado a su ciudad.
—¿Qué hacía un redactor freelance, diplomado en Turismo, trabajando como chocolatina gigante o como auditor de máquinas de tabaco?
—Es una larga historia. Yo he tenido buenos puestos de trabajo a lo largo de mi vida, lo que pasa es que han ido cambiando. Tuve una empresa de proyectos educativos y animación para niños, en Valencia, pero la dejé porque empezaron los retrasos en los pagos del Ayuntamiento, se empezó a complicar el tema de la liquidez y me desilusioné con el proyecto. Entonces, es cuando me voy a Barcelona, allí deambulo en varios trabajos que son precarios, temporales y en los que cobras poco. En esa época además de trabajar hacía un curso de periodismo narrativo.
—Y así empezó a gestarse ‘Yo precario’
—Decidí aplicar las lecturas que estábamos viendo ahí, como hacía Martín Caparrós y cronistas que son escritores y hacen crónicas periodísticas en los lugares donde iban…decidí aplicarlos entonces al tema laboral. La primera parte del libro la iba a colgando en mi blog de literatura y cuando empezó a funcionar empecé a pensarlo como una novela. Todos los trabajos que me iban saliendo los novelaba y lo envíe a unas cuantas editoriales. Me contestaron algunas, pero la que más se interesó y la que vi mas honesta fue Libros del Lince, y ahí lo sacamos.
—¿Cuál fue el primer trabajo mal pagado con los que enlazas esos tiempos tan complicados?
—El primero fue de controlador de fraude en el metro, aunque allí en Barcelona alterno un montón y no todos salen en el libro. Sí salen el de chocolatina gigante, auditor de máquinas de tabaco, speaker de la selección española en la Eurocopa y promotor de telefonía. Lo hago de una manera en la que aunque muestra la realidad del macrocapitalismo que existe, un poco atosigante y difícil de llevar, también le doy un poco de ternura y esperanza para que deje un pozo de optimismo. Esa era mi idea y lo he intentado reflejar en el libro; ahora son los lectores los que tienen que juzgar cuáles son las características de la obra.
—¿Cómo te pagaban?
—He cobrado desde promotor de telefonía a 4,5 la hora, a 50 euros por partido de speaker, que es el que mejor me han pagado. De mascota cobraba 7 u 8 euros la hora. Estos trabajos suelen estar mal pagados, no te dan para todo, con lo que no puedes con un trabajo así pagarte el piso, la comida, viajar y tener acceso a la cultura, son épocas en las que lo pasas mal pero vas tirando de ahorros. Pero, de alguna manera, te enseña mucho de lo que estamos viviendo. Creo es necesario dar el testimonio y ahora que estoy, por suerte, mejor laboralmente, creo que aprendí mucho de toda esa época; aprendí hasta donde llegaba mi dignidad, hasta qué punto fui capaz de aceptar las cosas que pasan a nivel laboral. Te haces un poco tu propio análisis de la situación y tu propio sentido de lo que es una sociedad justa y lo que no y la sociedad de ahora justa desde luego no está siendo.
—Dices que hiciste de chocolatina gigante, ¿te planteaste alguna vez quitarte el disfraz e irte a casa?
—Expresamente el de chocolatina no, estuve bien porque de alguna manera los niños, que era con los que yo trataba, me rescataron. Tratando con niños recuperas la esencia básica del ser humano: te emocionan, te dan abrazos, y eso se está perdiendo en la sociedad actual. En ese no lo pasé muy mal, pero, por ejemplo, el de auditor de máquinas de tabaco lo dejé al segundo día porque me atracaron por la calle. Pensé que no tenía necesidad de ir de bar en bar, donde te trataban bastante mal porque se creían que eras un inspector cuando lo único a lo que iba era a contar cuál era el tabaco que más se vendía. Uno empieza a ver cuales son sus límites en estos niveles. Hay muchas personas que no los aceptan, y me parece bien. El que no se acepte este tipo de trabajo, por lo menos algunas de sus condiciones, lo que hace es subir un poquito el nivel, sino va a ir bajando y bajando y al final el trabajo siempre va a ser indigno y de lo que se trata es que las condiciones laborales y el sueldo sean dignos.
—Como cuentas, eran trabajos para para ir tirando junto con los ahorros, pero imagino que lo comentarías a la familia, ¿qué te decían?
—Ellos lo veían con cierta decepción. Ten en cuenta que mis padres han pagado a tres niños sus estudios, los tres tienen carrera y master, y cuando les dices que vas a ser promotor de telefonía por 5 euros la hora es duro y difícil de asimilar. Pero bueno, les decía que al mismo tiempo que buscaba otra cosa, me sentía mejor yendo a algún sitio a trabajar y eso que en algunos al final perdía dinero porque con el paro cobraba más, pero de alguna manera yo me tenía que sentir trabajador, subir mi autoestima, sentirme bien.. y prefería trabajar aunque no fuera donde ellos (sus padres) me veían más preparado.
—Y además se puede sentir uno digno dentro de una mascota
—Hombre, yo lo digo en el libro, para mí es mucho más digno y más honrado y honesto una mascota y el que está haciendo ese trabajo, que es duro, porque pasas calor, tienes que tener una buena forma física, que el banquero que vende unas preferentes a unos ancianos que han perdido un poquito la cabeza. Muchísimo más digno es esa mascota que ese banquero.
—¿Hay alguien de tu entorno que se haya enterado por el libro de esta etapa laboral?
—Mucha gente que no sabía de mi vida, sabían que estaba en Barcelona, pero no sabían por dónde estaba parando. La verdad es que yo no me avergüenzo de ello, hay un montón de personas, y más en Jerez y en Andalucía, que por desgracia no es que tengan un trabajo precario, es que no tienen trabajo. Por desgracia esto que cuento no es Javier López, sino mucha gente, millones de personas que no tienen trabajo, jóvenes o no jóvenes. Y esta realidad de alguna manera se tenía que ver, no enfoco la narración como una cosa personal, son mis ojos, el espectador es el lector y mis ojos muestran la realidad, y la realidad es dura y, bueno, de alguna manera, hay que denunciarla.
—Estás en plena gira y te habrás encontrado a mucha gente que que se identifica con tus experiencias
—El libro ha generado mucha empatía, eso es una de sus claves, todo el mundo o conoce a alguien o está sufriendo la precariedad. Y eso que no todo el mundo tiene acceso al libro porque hoy en día es un artículo de lujo, lo han convertido en eso el Gobierno y demás…y no es una herramienta de la cultura que hace avanzar a la sociedad, pero hay mucha gente que sí se ha sentido identificada. Incluso que me han escrito y me han dicho que el libro les da optimismo y esperanza. Y bueno, no hay mejor recompensa para un escritor que te digan que tu libro le da esperanza a alguien.
—¿Habrá segundo libro?
—Hombre ya tengo en mi cabeza cositas. Uno como escritor no deja de escribir y no deja de pensar, pero de momento después de un mes el libro ya está en su segunda edición, y la están pidiendo muchas librerías, con lo que todo hace indicar que puede llegar a la tercera. Estamos un poco abrumados pero viviendo un sueño del que no quiero despertar. ¡Y a disfrutarlo!.
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