Andalucía

Zagreb, el millón de corazones

El millón de corazones, el millón de habitantes que tiene Zagreb, concentra a una cuarta parte de la población de Croacia

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  • Plaza Jelacic -

En la industria turística, todos los destinos, ya sean países, ciudades, regiones, comarcas o mancomunidades, siempre tienen un lema. Un “slogan” publicitario que resuma y transmita lo que el visitante se va a encontrar. Es todo un discurso sobre el nombre de marca en el mundo del marketing. No sé quién inventó el lema de Zagreb, pero le aseguro que acertó: “La ciudad del millón de corazones” es la capital de Croacia, igual que Eslovenia, es una joven república democrática que formaba parte de Yugoslavia. Se independizó, pero no de forma rápida ni tampoco sin pagar el peaje de la sangre croata tras años de guerra contra el vecino serbio. El millón de corazones, el millón de habitantes que tiene Zagreb, concentra a una cuarta parte de la población del país.

Nos escapamos a Zagreb desde Maribor. A escasa hora y media de carretera y autopista, aunque con paso fronterizo donde antes era un mismo país, Ana y yo llegamos a Zagreb para pasar el día. Yo no había estado desde 1999 y subrayo la notable mejora que ha experimentado  esta ciudad. En Zagreb, que se extiende a orillas del río Drava y en la falda de las montañas Medvednica, le propongo una  “estrategia” de dos fases para visitarla, conocerla y disfrutarla.

La Ciudad Alta

Gornji Grad es la parte antigua. Se divide a su vez en dos zonas, asentadas en sendas colinas. Por un lado, y en la colina occidental, está Gradec, la zona secular, civil, la zona del pueblo y de las instituciones. Nos encontramos con un barrio de puro barroco civil,  edificios emblemáticos como el Parlamento -estilo neoclásico- o el Gobierno donde es muy agradable pasear, callejear sin rumbo por las calles Opaticka, Marka o Kamenita. En la calle de las Monjas y en Cirilio y Metodio, disfrutará admirando palacios en estilo barroco. En la colina oriental, está Kaptol, antiguo obispado, la zona religiosa, sacra,  con su excelente Catedral gótica.

En el Barrio Antiguo de Zagreb, hay lugares encantadores y pintorescos como la animada calle Tkalciceva donde seguro que tomará un café para entrar en calor, el siempre activo mercado Dolac donde poder comprar algo de fruta, o la preciosa Plaza San Marcos y su iglesia de techos policromados junto al Sabor o Parlamento. Gornji Grad estuvo totalmente amurallada algún día como lo atestigua la torre de Lotscak, o la famosa Puerta de Piedra por la que acceder a la zona antigua.

La Ciudad Baja

Donji Grad es la extensión natural de la ciudad a partir de las murallas. El principal punto de referencia y que es además el centro de Zagreb, es la plaza Jelacica o Ban Josip Jelacic Trg, en memoria de uno de los padres de la nación -aunque yo la llamaría ahora Franjo Tudjman Trg-.  La plaza, diseñada en 1830, marca el desarrollo urbanístico de Zagreb y es una vasta y grande área rectangular de arquitectura bastante uniforme. El Gradska Kavana, o café de la ciudad, en la parte superior de la plaza, es todo un clásico: no puede volver de Zagreb sin entrar en él. Enfrente del café está el centro del transporte urbano de la ciudad, una tupida red de líneas de tranvía que cubre bastante bien y sin contaminación las necesidades de transporte de los ciudadanos de Zagreb. Hacia un lado de la plaza, parte la calle Ilica, comercial, cerrada al tráfico menos a los tranvías y muy, muy animada.

Donji Grad es una ordenada ciudad al estilo del eixample de Barcelona, con grandes plazas como las de Zrinjevac, Strossermayer y Tomislava, que forman entrelazadas entre sí un espacio único, un parque de forma rectangular que une la estación de tren con la plaza Jelacic, y donde poder visitar el Museo de Arte Moderno. Ligeramente hacia el oeste, y con el mismo formato, las plazas Mariscal Tito, Mazuranivc y Marulika, forman entre sí otro parque donde poder visitar el Museo de Artes Decorativas o asistir a una función en el Teatro Nacional Croata.

Donji Grad es una esplanada, una zona llana y de fácil paseo. A esta condición apela el nombre del hotel Esplanade, un bello edficio de 1925 junto a la estación de tren  donde se alojaban pasajeros del Orient Express hace casi un siglo; con la simple excusa de tomar una copa en el bar, le animo a que entre a verlo y respire un poco de historia. Cuando abandone Zagreb, la ciudad ganará un corazón. Estoy seguro.

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