Usted no es normal (y II)

La semana pasada les expuse las razones por las cuales pienso que una gran mayoría de homosexuales nos quieren hacer ver que lo suyo es una tendencia tan natural como el comer...

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La semana pasada les expuse las razones por las cuales pienso que una gran mayoría de homosexuales nos quieren hacer ver que lo suyo es una tendencia tan natural como el comer. Y que si a ellos les da por empujar para otro lado es debido a un error en su brújula interna, más que a un deseo sexual o como quieran ustedes catalogarlo.

En esas estábamos cuando me entero de que el presidente del Barcelona ha inaugurado una peña gay. O sea, que en una peña cualquiera puede entrar hombres, mujeres y gays.  Pero como es natural, en una peña gay, sólo pueden entrar gays, de ahí el epígrafe discriminatorio. Después dirán que los que los excluimos somos los otros y bla, bla,bla. Total, mariconadas.

Pero lo que más me ha abierto los ojos en este tema, ha sido las declaraciones de un experto en Psicología y Sexualidad de una universidad de Canadá. Resulta que el lumbreras asegura que en cierta medida, el amor no tiene nada que ver con el sexo. Que se puede tener una relación asexual con una pareja, dado que la mayoría de las parejas que se conocen desde una edad temprana, no disfrutan de la vida sexual. Asegura que esta tendencia, con la que ya comulgan entre el 1 por ciento y el 3 por ciento de la población, no tiene nada que ver con la promiscuidad. Y certifica, para justificar sus ideas, que hay muchas mujeres que descubren el orgasmo fuera del matrimonio. Para empezar, sin ser un entendido en la materia, teniendo en cuenta la media de edad con la que se casan las españolas –a partir de los 30–, si una mujer no sabe lo que es un orgasmo, ya tiene que ser boba –por ser light– o frígida. En lo referente a que se puede mantener una relación de pareja sin sexo. Cuando tú amas, quieres, deseas… a una persona, lo que más te pide tu instinto es jugar a los médicos –por seguir siendo light–. En lo de que hay parejas que se conocen desde muy jóvenes, le presto mi experiencia a este señor –viva lo light–. Conozco a mi mujer desde los 15 años, me casé con ella con 24 y ahora tengo 38, y en ese sentido no tengo ninguna queja, exceptuando la de todo hombre –queremos más–, pero eso sí, tras hablar mucho el tema y sin tapujos.

Resumiendo. Para que a una persona le dé igual que su pareja se líe con otro u otra, o le importa muy poco la otra persona o su perversión puede más que su honor. Dicho en castellano puro y sin lightcismos, o es un vicioso o es un cabrón –sin perdón–. Al igual que pasa con los homosexuales –y es aquí donde me rebelo– nos quieren hacer ver lo blanco negro y viceversa. Si usted quiere a su mujer, la respeta, y si la respeta, no se le ocurre decir que el sexo y el amor no tienen nada que ver. Ahora bien, si usted lo que quiere es una receta del médico de cabecera prescribiéndole relaciones variadas para mantener el lívido o dicho de otro modo, que a su mujer no le importe que usted sea un cliente vip de los farolillos rojos, pues ya le ha dado usted vuelta al tema. No le saldría más a cuenta, echarse una quería como siempre han hecho los viciosillos.

Vamos a ver. Esto no tiene nada que ver con la Iglesia, con Dios, con la fidelidad… esto es tan sencillo como si quieres a una persona y quieres convivir con ella, lo primero que le debes es respeto. Y si no lo ves así, no te preocupes, no eres un bicho raro, lo tuyo es una relación de conveniencia, cuando puedas le dices a la otra persona que no es la mujer o el hombre de tu vida, y te hechas al monte a pastar. A diferencia de lo que dije la semana pasada sobre los homosexuales, usted, señor catedrático si es normal, su enfermedad ha existido toda la vida de Dios, es prima hermana del vicio y de la baja autoestima. Pero no se preocupe, si tengo el placer de conocerle cuando lo salude por la calle le diré con mucho gusto: Adiós cabrón.

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