Cuando la desesperanza gana la partida, hay quien erróneamente cree que sólo le queda la salida de quitarse de enmedio. El suicidio nunca es la solución, pero la cifra de personas que toman esta drástica decisión va en aumento. El término siempre ha sido tabú en muchos ámbitos por el efecto llamada que suele tener la divulgación de sucesos de este tipo. Sin embargo, cuando las cotas llegan a ciertos niveles, el problema debe lograr la suficiente visibilidad para que la sociedad trate por todos los medios de solucionar una causa de muerte totalmente evitable.
Y en Cádiz, ese problema alcanza una relevancia trascendente en tanto en cuanto el número de personas que han decidido quitarse la vida se ha triplicado en apenas una década.
La última publicación del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la clasificación de las Defunciones según la causa de muerte, referente al año 2011, plasma en números una tragedia a la que hay que poner coto. En la capital gaditana, en 2011 se quitaron la vida 18 personas, de las cuales 11 eran hombres y 7, mujeres. Diez años antes, en 2001, los suicidios registrados en Cádiz eran exactamente la tercera parte. De las 6 personas que decidieron poner fin a su vida 5 eran hombres y 1 mujer.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha demostrado en diferentes estudios la relación existente entre el incremento de la crisis y el aumento en el número de ciudadanos que, desesperados, deciden decir adiós a este mundo. En su informe ‘Impact of economic crises on mental health’ (Impacto de las crisis económicas en la salud mental), de 2011, la OMS destaca que “la crisis incrementará la mortalidad relacionada con problemas mentales. En la Unión Europea, los incrementos de los índices de desempleo nacionales están asociadas con incrementos en los índices de suicidios”. La proporcionalidad es casi la misma. Este estudio asegura que cada subida del 1% del desempleo está vinculada a incrementos del 0,8% en las tasas de mortalidad por suicidio.
La subida, por años
Desde 2001 la cifra de suicidios en Cádiz ha ido fluctuando. En 2002 sólo fueron 8 (7 hombres, 1 mujer); en 2003 se marcó la más baja de lo que va de siglo con 5 (3 hombres y 2 mujeres); en 2004 subió a 11 (7 hombres y 4 mujeres); en 2005 fueron 12 (7 hombres y 5 mujeres); en 2006 fueron 10 (8 hombres y 2 mujeres); en 2007 se quitaron la vida 13 personas (7 hombres y 6 mujeres); en 2008, cuando explotó la burbuja del ladrillo y comenzó la crisis en España los suicidios en Cádiz fueron 15 (12 hombres y 3 mujeres); en 2009 bajaron a 11 (7 hombres y 4 mujeres); en 2010 fueron 10 (6 mujeres y 4 hombres) y el gran incremento se vivió en 2011 con los ya reseñados 18 suicidios (11 hombres y 7 mujeres).
La solución, según la OMS
El informe de la OMS da pautas comprobadas en diferentes estudios a lo largo de los años en varios países que demuestran que “programas de mercado de trabajo activos que mantienen y reintegran a los trabajadores en los empleos reduce los efectos de la salud mental de las recesiones”. Datos de países de la Unión Europea indican “que el suicidio no crece si el gasto en programas de bienestar está por encima de los 190 dólares por persona cada año”.
Asimismo, la OMS destaca que “cada 100 dólares de gasto adicional por persona en programas de mercado laboral activo por año redujeron el efecto de una subida del paro un 1% en la tasa de suicidios un 0,4%”. Esto es casi reducir a la mitad la tasa anteriormente reseñada de un incremento del 0,8% de suicidios por cada 1% de aumento de desempleo. La OMS afirma que también ayudan a paliar los suicidios programas de ayuda a las familias, cuidados primarios a personas con riesgo de sufrir alguna enfermedad mental, programas nacionales de rescate de deuda (a personas, no a los países, ya que la OMS pide ayuda para las personas que sufren el estrés de una deuda excesiva) y el control de los precios del alcohol y su disponibilidad bajarían significativamente las luctuosas estadísticas.
Respecto al alcohol, la OMS lo vincula directamente con el número de suicidios, ya que el número de personas cuyo paso previo a quitarse la vida es recurrir a la bebida es muy alto. Así, la OMS asevera que una “política de acción para incrementar los precios del alcohol reduce el consumo y el daño asociado para toda la población”.