En Namur, la capital de Wallonie -no es Liége como muchos piensan-, viven nuestros amigos Francine & Jean. Su casa, junto al monumento más relevante de la ciudad, la Ciudadela, nos acoge siempre que estamos por estas tierras. Como buenos belgas son acogedores, excelentes anfitriones, buenas personas y amantes de la buena mesa. Un paseo a pie por el centro de Namur -ciudad burquesa y libre de industria pesada- es uno de los presentes con los que Francine & Jean siempre nos obsequian antes de cenar. Es quizás la mejor forma de ver una ciudad. Hacerlo de la mano de alguien que vive en Namur desde 1981 te garantiza escuchar anécdotas cotidianas y personales de quien ve una ciudad como su casa y no como un escenario que visitar durante un viaje. Siempre que viajamos procuramos tener algún cicerone local que nos guíe y nos muestre su ciudad tal y como la siente. Francine & Jean cumplen sobradamente con este rol mucho más allá de cualquier expectativa.
El casco antiguo de Namur es un puzzle de calles peatonales muy animado. Aparte de las típicas tiendas y comercios locales de ropa y otros artículos, Namur es una ciudad muy “Gourmande”. Es un lugar idóneo donde buscar restaurantes. Ya sea en la Rue de la Halle o especialmente en la plaza del Marche aux Legumes, las terrazas dominan siempre el espacio peatonal e invitan a sentarse a tomar algo.
En esta última plaza, punto de encuentro de los Namurois, no olvide degustar una cerveza nacional en el Ratin Tot ya que pasa por ser el café más antiguo de la ciudad (1616). Para un almuerzo más ligero, La Mere Gourmandin, a dos minutos caminando, es una buena opción, mientras que para una cena libanesa en un entorno más cálido, Le Chemin de Cedre es uno de los lugares más de moda en la capital Valona. Si hace calor, La Petite Boulangerie tiene los mejores helados de la ciudad. Pero si lo que busca son quesos, jamón de las Ardenas o el típico boudin blanco o negro -embutido típico-, la Maison St.Auban le estará esperando.
En la plaza de Armas y frente al palacio de Congresos una pequeña estatua representa el emblema de Namur: el caracol, que simboliza el ritmo al que se mueve el “namurois” ya que “siempre tiene que esperar a los demás”. A pocos metros de la plaza está el Teatro Royal de Namur, una de las más bellas muestras de teatro en estilo italiano de Europa.
En la otra punta del viejo Namur está la catedral de St. Aubin, donde se celebra una misa anual -cada lunes de la Fiesta Valona- en la que el sermón -gran tema de debate- consiste en una dura y constructiva crítica a la clase política. Debajo de la catedral, los belgas, que son grandes maestros en el buen comer y el buen beber, pueden presumir de las bodegas de Grafé Lecoq (www.grafe.com), quizás el mejor distribuidor y productor de vino belga con más de 120 años de historia y reconocido por la Corte de S. M. el Rey de Bélgica. Además, en el peñón en que se sitúa la Ciudadela y por debajo debajo de ésta, Grafé Lecoq posee, excavadas en la piedra, unas bodegas con 1,200 barriles de roble.
La Ciudadela
La Ciudadela de Namur, erigida sobre un peñón, domina toda la ciudad y es escenario de más de dos milenios de historia. Sobre una superficie de 2.000 hectáreas, se necesita una mañana entera para hacer una visita en profundidad. No se pierda la red de pasillos subterráneos que Napoleón bautizó como “la termitera” ni tampoco los jardines en donde se suelen hacer conciertos, especialmente en la época de verano. Merece mucho la pena visitar, en las entrañas de la Ciudadela, los talleres del creador de perfumes Guy Delforge (www.delforge.com).
A los pies de la Ciudadela, el Parlamento de la Wallonie está frente al río Mosela, desde donde se pueden tomar algunos cruceros a lo largo del río. Siguiendo su curso en dirección Sur, y aún en suelo de Namur, Wépion -gracias a su microclima- es un entrañable lugar donde se producen unas exquisitas, carnosas y dulces fresas en junio, que no se exportan ya que se consumen íntegramente en el mercado nacional. Le recomendamos Namur, un lugar tranquilo, bonito y donde se come muy bien.
Sugerencia
Elija el restaurante o la comida según el clima que haga
Para un almuerzo ligero, La Mere Gourmandin, y para una cena libanesa en un entorno más cálido, Le Chemin de Cedre. Si hace calor, los mejores helados en La Petite Boulangerie y si busca quesos, jamón o boudin, la Maison St.Auban.
Para no perderse
Degustar la cerveza nacional en el Ratin Tot, el café más antiguo
En la plaza del Marche aux Legumes, donde las terrazas invitan a sentarse a tomar algo y es punto de encuentro de los Namurois, no olvide degustar una cerveza nacional en el Ratin Tot ya que pasa por ser el café más antiguo de la ciudad (1616).
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