El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha rechazado la visión "marxista" que, a su juicio, tienen algunos tienen de la caridad, que la Iglesia practica y que cree muy necesaria, especialmente en la actual crisis económica, a la vez que ha instado a los gobernantes a trabajar para lograr "una sociedad más justa".
A este respecto y en su carta semanal, recogida por Europa Press, Fernández ha subrayado que "en el campo de la limosna no faltan quienes rechazan lo que proviene de la caridad, e incluso se atreven a decir que la caridad degrada al destinatario".
Así, según el obispo, quienes critican la limosna llegan a asegurar que "los pobres no necesitan obras de caridad, sino de justicia", ya que "las obras de caridad -la limosna- serían en realidad un modo para que los ricos eludan la instauración de la justicia y acallen su conciencia, conservando su propia posición social y despojando a los pobres de sus derechos". Para Fernández, "esta es la postura marxista, que incita al odio y a la lucha de clases, y le desespera que sigan existiendo las obras de caridad".
"Sin embargo --prosigue Fernández--, no podremos llegar a la justicia si no es inyectando caridad de la buena en nuestras relaciones sociales. Porque la justicia no es alcanzable si no contamos con un plus de caridad, que incluye esa justicia".
En cualquier caso, según ha recordado el obispo, "la empresa política de hacer una sociedad cada vez más justa corresponde al Estado, no a la Iglesia. Pero la Iglesia no puede desentenderse de esa tarea y para eso aporta razonamientos e inyecta amor, para lograr el objetivo de una sociedad más justa. Incluso si llegáramos a una sociedad plenamente justa, siempre seguirá siendo necesario el amor, porque siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo".
En consecuencia, "que los gobernantes cumplan su misión de alcanzar una sociedad más justa, pero en ese camino nunca estará de más la caridad, el amor de los que actúan movidos por Jesucristo y en su nombre para aliviar las necesidades de nuestros contemporáneos. Bienvenidos los grandes donativos, bienvenidas las medidas políticas para atenuar las necesidades y repartir mejor la riqueza, y bienvenido, sobre todo, el gesto de esta viuda pobre", a la que se refiere la Biblia y que "ha echado todo lo que tenía para vivir".
Ese gesto, según ha concluido Fernández, "agrada a Jesucristo, al tiempo que ayuda a los demás. Nunca la caridad será un obstáculo para la justicia. A más caridad, a más amor, será más posible la justicia, que se queda corta si no brota del amor y se complementa con el amor".