Propietario de una traviesa mirada, Jean Paul Gaultier ha asegurado que ya no es el "enfant terrible", sino "un viejo terrible" que vive la moda con ilusión, con pasión, con alegría y con mucho optimismo, adjetivos que hoy en día inspiran sus colecciones.
"Emocionado y feliz", así se siente el diseñador francés más iconoclasta de la moda tras inaugurar en la Fundación Mapfre la exposición "De la calle a las estrellas", una muestra compuesta por 110 modelos de alta costura y "prèt-a-porter".
"No es una exposición cronológica, sino temática, en la que está presente todo mi universo creativo, entre ellas las mujeres parisinas, el hombre objeto, las rayas marineras y la iconografía religiosa", ha explicado el carismático modisto, que habla un divertido español salpicado de palabras francesas, italianas e inglesas.
Cuando le propusieron hacer una exposición con motivo de su 35 aniversario en el mundo de la moda, Gaultier se negó, le sonaba a difunto. "En un principio, vi la exposición como sinónimo de muerte, me llegaban a la memoria aquellas maravillosas exposiciones de Dior o Balenciaga, pero yo no estaba muerto".
Más tarde, le dieron carta blanca para confeccionar su propia exposición y pensó en crear una muestra viva, con maniquíes en movimiento acompañados de piezas audiovisuales y con extractos de desfiles y entrevistas.
"La retrospectiva es una forma más de comunicar, no tengo vestido ni traje favorito, todas las creaciones son mis hijos pequeños, parte de mi vida", ha explicado.
Todo el universo de Gaultier está presente. Desde la influencia de su abuela Marie, quien murió sin conocer el éxito de su nieto, hasta su amor por la tauromaquia, pasando por su famoso oso "Nana", peluche que le ha servido de maniquí en infinidad de ocasiones. "Son los temas que a lo largo de mi vida me han obsesionado: el corsé, el hombre objeto, el cine y las tribus urbanas", ha detallado.
Si antes le inspiraba el folclore español, el movimiento "punk" londinense, lo multiétnico y el corsé, hoy las influencias de Jean Paul Gaultier son las fiestas, la música de la década de los ochenta y el optimismo y la alegría por vivir. "Mis últimas prendas hablan de color y de fiesta", ha dicho.
Siempre ha querido marcar la diferencia. Y precisamente en la diferencia de razas, de sexos, de religiones o de culturas, Gaultier ha encontrado la belleza. "La belleza está en todas partes", ha puntualizado el diseñador.
El modisto, que ha sabido navegar contracorriente, ha sido partidario de subir a la pasarela a modelos no profesionales delgadas, gordas o viejas que irradiaban personalidad. "Siempre he querido mostrar en mis desfiles a una mujer poderosa, que piensa incluso más que un hombre", ha dicho entre risas.
Adora España. "Mi relación con este país es maravillosa, me encanta desde niño, cuando veraneaba con mi familia en el País Vasco y en otros rincones españoles me fascinó la cultura popular", ha rememorado.
Con ilusión y abriendo mucho sus juguetones ojos azules recuerda cómo cotilleaba los trajes de luces de los toreros, cómo vivía las corridas de toros y cómo examinaba los trajes de faralaes mientras sonaba la voz de Joselito, "El pequeño ruiseñor". "Uff, que viejo soy", ha exclamado Gaultier, quien a sus 60 años atesora una gran jovialidad.
¿Qué es la moda? "No sé, existen muchas revistas y muchos programas que hablan de moda, pero la moda que cambia día a día no me interesa, lo realmente importante es el estilo de cada persona", ha afirmado.
Y para el francés el estilo es "ese halo que envuelve a la mujer que no miente y que se viste tal y como es, que vive su propio estilo y disfruta del traje que luce.
Está convencido de que la Alta Costura no ha muerto. "Cuando hice mi primera colección pensé que sería la última, con la segunda vendí dos prendas y hoy en día no me da para vivir, pero no pierdo dinero".
La obra de Gaultier está en una sala de exposiciones, pero él no se considera un artista. "No soy un artista, soy un artesano que trabaja los tejidos con las manos", ha dicho el diseñador, quien ha asegurado que "vivimos un momento de transición, de cambio en el que todos debemos tener los ojos muy abiertos".
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