“Quiero que maten a los perros, que los sacrifiquen. Lo siento, que se los lleven a la perrera porque estos perros no son para una ciudad”. Veinticuatro horas después de que su hijo de 12 años fuera atacado en la avenida Álvaro Domecq por dos rottweilers cuando volvía del colegio a casa con otros dos compañeros, su madre Mercedes no ve otra solución. Y así lo hará constar hoy viernes junto a su marido al juez cuando acuda a declarar a los juzgados tras haber denunciado los hechos en Comisaría.
Como relata, pese al susto, el menor “está bien”, pero tiene claro que las consecuencias hubieran sido mucho más trágicas si se tratara de niños de 6 ó 5 años. “¿Qué hubiera pasado? Gracias a Dios mi hijo es alto y lo más cerca que están de la cara las mordeduras es en el costado. Como apunta, en el Hospital recibió cuatro puntos de sutura en el costado y una pierna, y, además, tiene marcas por toda la parte inferior del cuerpo y la boca dibujada de los dos perros”, añade.
Todo ocurrió muy rápido. Su hijo, que estudia en Los Marianistas, y dos compañeros de clase volvían a casa un día. Entonces, ya vieron a los perros “desde lejos”, cuando estaban a la altura del carril bici, justamente enfrente del restaurante El Bosque. En cuestión de segundos los tenían encima. “Empezaron a olisquearlos y lo que me contaron es que intentaron mantener el tipo. Pero de momento uno de ellos se fue a morder a mi hijo en las pantorrillas”. Cruzaron al otro lado de la acera de la avenida para intentar zafarse de ellos, momento en el que cada uno se buscó la vida como pudo, uno escondiéndose en los bancos, otro en los soportales de una entidad bancaria, pero el adolescente herido no consiguió librarse . “No lo dejaba, tiene agujeros señalados de los colmillos debajo de la axila, en la palma de la mano...”.
Afortunadamente, en el momento en el que el perro le tiró al suelo, un conductor que pasaba por la zona se bajó del coche. “Le dio un puñetazo al perro y éste salió despedido y entonces llevó a mi hijo al restaurante, donde le dieron agua e intentaron tranquilizarlo”.
Aunque, como le dijo la Policía, los papeles de los perros están en regla y están vacunados. La madre del menor cree que eso no es excusa para que no se adopten medidas. “Mira lo que hicieron los perros estando bien cuidados y alimentados, no quiero imaginar qué hubiera pasado si estos animales se hubiera pasado dos días sin comer”, lamenta.
“Me mordió y empecé a correr. Nadie se paraba”
Este jueves pasado el joven agredido por los dos perros no fue a clase. Como él mismo explicó, estaba dolorido porque los canes le dieron una buena paliza. “Toy regular y con muchas molestias. Aunque al principio intentamos estar tranquilos, cuando se puso a mordisquearnos los pantalones ya empezamos a asustarnos. Y después uno de ellos vino a por mí. Ya cuando me mordió empecé a correr, pero no había forma”, relata el menor, al que todavía le costará un tiempo olvidarse de este capítulo. Como explica, ni él ni sus amigos habían visto “nunca” a estos perros en la ruta diaria de vuelta a casa tras las clases, pues vive en la zona de El Bosque. A partir de ahora, “tendré más cuidado”, ya que, como admite”, hasta el jueves “me gustaban mucho los perros”.
Un “descuido” que pudo salir caro
Según indicó el Ayuntamiento, el 092 llegó a la zona tras recibir varios avisos de que había dos perros “sin bozal, ni responsable”. Una vez allí, tras calmar al joven, la dueña de los perros, que vivía cerca, se presentó allí y explicó que los animales “se habían escapado en un descuido”, regresando antes uno de ellos. Los perros deberán estar “en depósito” en el domicilio de su dueña a la espera del “control veterinario”.
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