Desafío Total: más vistosa, más hueca

Y es que si algo tiene a su favor la prescindible revisión que dirige Len Wiseman (La jungla 4.0) es una tecnología que en 1990 no tuvo a su disposición Paul Verhoeven

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  • DESAFÍO TOTAL -

Llega a los cines Desafío Total, una nueva adaptación del relato de de Philip K. Dick Podemos recordar por usted al por mayor. Colin Farrell toma el testigo de Arnold Schwarzenegger en este remake que gana en vistosidad, pero pierde carácter y encanto respecto a la cinta original.

   Y es que si algo tiene a su favor la prescindible revisión que dirige Len Wiseman (La jungla 4.0) es una tecnología que en 1990 no tuvo a su disposición Paul Verhoeven. En los tiempos que corren el creador de Underworld no tiene que estrujarse las meninges como hizo Verhoeven antaño, los FX digitales le permite crear un futuro más atractivo visualmente plagado de imponentes megaestructuras, androides por doquier y resultones gadget aquí y allá.

   El impacto inicial logra que los primeros compases de la cinta sean prometedores e incluso ilusionantes. Pero no. A medida que Douglas Quaid va "conociendo" Hauser el sueño se va disipando y, poco a poco, vamos comprobando que la nueva Desafío total reluce más pero es más hueca.

   Y lo es a pesar de la carga subversiva que el remake intenta inyectar en la historia. En esta ocasión nos vamos hasta La Colonia, una lúgubre y lluviosa urbe superpoblada a lo Blade Runner, ubicada en lo que nosotros conocemos ahora como Australia, cuyos habitantes están explotados por la acomodada Unión Federal Británica.

   Pobres y ricos. Malos y buenos que se hacinan en los dos únicos rincones habitables del planeta. Dos polos opuestos unidos por un colosal túnel, La Catarata, que cada día cruzan millares de obreros de La Colonia para hacer los trabajos sucios de los malvados gentleman dominantes.

   Uno de estos semiesclavizados ciudadanos es nuestro protagonista, Douglas Quaid, un trabajador de una cadena de montaje que busca huir de su oscura rutina a través de Rekall, una empresa que implanta recuerdos a la carta para hacer tus sueños realidad. Pero al hurgar en el cerebro del obrero, un resorte salta en la mente de Douglas desatando a su verdadero yo.

   A partir de ahí.... acción y más acción. Mucho ruido, y algunas escenas vistosas, pero pocas nueces para evidenciar el secreto a voces de este remake: Colin Farrell no es Arnold Schwarzenegger.

   Siendo sus dotes interpretativas tan escasas como las del Governator, el protagonista de Corrupción en Miami y Alejandro Magno carece del empaque y el carisma de Schwarzenegger. Por no hablar de la ironía y el eventual tono socarrón que el Arnold de sus mejores años regaló a sus personajes. A los dos. En la inevitable comparación, Farrell -y su sempiterno rictus de mohína confusión- pierden por goleada.

   Del envite salen mejor paradas Jessica Biel y Kate Beckinshale. Biel porque se las veía con una rival menor (Rachel Ticotin) a la hora de encarnar a la 'chica buena' de la resistencia, y Kate Beckinshale porque no solo hace Sharon Stone, sino también de Michael Ironside. La mujer del director encarna a la letal esposa postiza de Douglas y también capitanea la caza del protagonista. Unas secuencias en las que, por cierto, acapara todas las miradas.

   Y poco más. No hay viaje a Marte, no hay taxista robot (el pizpireto y risueño Johnny-taxi), no hay localizadores que se extraen vía nasal, no hay sangre y mutilaciones y tampoco hay rastro de Kuato (a.k.a. Jordi Pujol) emergiendo, literalmente, de las entrañas de la resistencia.

   Sí hay meretriz de tres pechos. Eso sí, la mutante hiperagraciada está metida con calzador y su diálogo con Douglas se nos presenta con un descaradamente pudoroso encuadre de cámara. Y es que, cualquier tiempo pasado fue mucho mejor... o puede que no y sólo se trate de un falso recuerdo implantado a fuerza de endémica nostalgia.

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