El jardín de Bomarzo

La mandrágora

Sanz filtra su nuevo organigrama como anticipo de entrevista y en él destacan algunos nombres y, sobre todo, determinadas ausencias. Pero sobre todo un mensaje: aquí mando yo.

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Bajo este título escribió Nicolás Maquiavelo hace muchos años una obra teatral donde la conquista amorosa servía como pretexto para desarrollar un tratado completo de estrategia política sobre el arte de la persuasión como vehículo para la conquista de una meta. Es como ese encantamiento dulce y amoroso empleado por quien lo cultiva en su verbo político que, poco a poco, te va envolviendo y te atrapa, te hipnotiza, te convence y mediante el cual deja de importar lo que se dice sino cómo se dice. Encantadores de serpientes en expresión más de hoy, pero en todo caso una cualidad de valor incalculable para un líder que en situaciones de conflicto organizativo sabe elegir el momento y el tono. Y cuando no se posee esta divina palabra solo queda el empleo de la fuerza y cada uno la usa en función del poder que acumula. Política.

El PSOE y sus asambleas. Los socialistas gaditanos afrontan el inicio de curso político cerrando sus asambleas locales tras el proceso congresual en que han estado inmersos durante meses y que concluyó en el cambio de secretaría general hacia Irene García, hoy referente aglutinador en la provincia. De las asambleas celebradas lo más destacable fue lo de Chiclana en un nuevo capítulo de esa vieja historia de rencilla personal entre Román y Barrios, que terminó en un resultado que a nadie satisface y que ha dejado daños colaterales como la tibieza en el liderazgo interno de Román, el escaso crédito en cuanto a alternativa que significan Jiménez Barrios y sus históricos y la quema pública de imagen que ha dejado el rastro de una Cristina Saucedo que en este envite ha perdido fuelle como alternativa de futuro.
Pero lo más importante vendrá ahora con las asambleas de Algeciras, Cádiz y Jerez, tres agrupaciones importantes donde se decide parte de la formación del comité provincial y de cuyo resultado depende la paz social interna de este partido de cara a los próximos años. En Algeciras concurrirán, previsiblemente, dos listas, una encabeza por Angelines, delegada provincial y del sector de Rafael España, y la otra bajo la tutela de Juan Lozano, renovador, que definitivamente se ha separado y con bronca de Tomás Herrera, a quien nadie hoy parece querer. Aunque el pizarrismo anida, los de en medio dudan. En Cádiz sí puede darse un cambio de corriente si Fran González -que ya no coincide en nada con Pérez Peralta- continúa amasando apoyos tal y como, según parece y con buen criterio, hace, aunque hay varios grupos, como el del hermano de Pepe Blanco, que pueden ser determinantes de cara al resultado final, mientras otros observan antes de posicionarse -¿Barra presidente?.
Jerez es otro cantar, y tal vez el punto más determinante porque el PSOE sabe que del proceso que hoy cierre aquí puede depender su futuro en cuestiones tan trascendentales como su retorno a Diputación. Y eso pesa. Con Pilar Sánchez fuera de escena y ya instalada en Sevilla como directora de la agencia de Formación Profesional, la leche para el sistema y disgusto para un Saldaña que aún confiaba con tenerla enfrente en los próximos comicios, la posición que tome su grupo será tan importante como lo que haga un Juan Pedro Crisol al que la promesa de ser portavoz y candidato por parte de Becerra, enfrentado a Alcántara y los Cama, le ha hecho moverse de bando. Sueña, luego existe. Saldaña no lo tiene todo perdido.
Aunque el entorno de Luis Pizarro continúa en movimiento, parece que el tono de intensidad tras el resultado del congreso ha decrecido de manera notoria y tanto es así que, como ejemplo, valga decir que hasta su hijo pretende meter en la ejecutiva de Alcalá a Paco Aído para, imagino, sorpresa de Cabaña.  Mamen, alineada ahora con la causa renovadora, también quiere ser protagonista, pero sabe que tiene poco juego a pesar de presentarse como avalada por Madrid. No cuela. Hay más, como Cristina Díaz-Pinés o Lebrero, y todos ellos, con otros, tienden a unirse.
Y en El Puerto Ignacio García se despedirá pública y oficialmente en breve, dejándolo todo en manos de un David de la Encina que no seduce a casi nadie pero que es lo que hoy queda en una formación local que si vivió tiempos mejores nadie lo recuerda.
Pasada revista, cambio el tercio.

El PP y las consecuencias. Dicho he otras veces que si la victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana. Por un maldito puñado de votos, opinan, se ven hoy como están en Andalucía y, me centro, en Cádiz. Consecuencia del resultado por estos lares manda Cospedal, que a través de Zoido y José Luis Sanz traza cual mala de cuento su plan para borrar de este jardín sureño todo lo que huela a ese príncipe azul hoy triste llamado Javier Arenas y desteñido a gris. Basta que Cospe se empeñe en el ataque para que Sanz le meta más horas a su jornada en la idea de fortalecer su atrincheramiento orgánico en la provincia, y más cuando el nuevo mando regional se ha marcado como objetivo cautivar -la mandrágora- a Pepe Loaiza. Y Antonio se siente traicionado.
Sanz filtra su nuevo organigrama como anticipo de entrevista y en él destacan algunos nombres y, sobre todo, determinadas ausencias. Pero sobre todo un mensaje: aquí mando yo. Porque todo es muy bonito hasta que deja de serlo. Y la cúpula regional vigila en la idea de meter baza, sabiendo que no puede hacer mucho para moverle la presidencia a Sanz sobre todo porque los grandes alcaldes de la provincia están con él, Teo a la cabeza, pero tal vez sí en la confección de candidaturas en aquellas localidades de más de cincuenta mil habitantes que deben ser ratificadas y/o modificadas por Sevilla. Bendodo en Málaga es más débil y su arenismo ya le está pasando factura.
La frialdad se ha instalado como elemento palpable entre Antonio y Pepe en una consecuencia directa de los reajustes cuando hay que hacer hueco y, añado, cuando se debe decidir posición en el campo de batalla. Porque a los de en medio terminan dándole los dos. ¿Se vale no ser de nadie? Parece que no.

Maquiavelo.  Este político filósofo del renacimiento italiano, que como obra cumbre escribió El Príncipe y que a mí, particularmente, me parece un disparate, ha sentado cátedra durante décadas sobre aquello de que el fin político  justifica los medios. Pero a mí me gusta la política cuando se basa en la inteligencia, en la capacidad de convencimiento, en el liderazgo sutil, en la determinación en la toma de decisiones, en la defensa de unos ideales como modelo social, en la estrategia, en las armas de mujer, en la erótica medida, en la lealtad por principios, en el convencimiento de servicio público, en la pasión por participar e, incluso, en el encantamiento a través de frases bien enlazadas y dichas con el tono adecuado hasta cuando sabes que, en su fondo, esconden agujeros negros.

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