La selección española de Vicente Del Bosque inscribió con brillantez su nombre entre las grandes leyendas del fútbol, al convertirse en la primera de la historia que consigue la triple corona, derrotando a una Italia valiente con la mayor goleada en una final (4-0), para hacer del triunfo una costumbre.
España marca el ritmo del fútbol mundial. Es la referencia actual. Y exhibe un estilo con el que se cuela entre equipos legendarios. La Hungría de Puskas, Brasil de Pelé, Alemania de Beckenbauer, Holanda de Cruyff, Italia de Rossi, Argentina de Maradona, Francia de Zidane. La generación de oro del fútbol español no tiene un único referente. Es la España de Casillas. La de Xavi que inculcó un estilo. La del mago Iniesta. La del imperial Sergio Ramos y el oportuno Cesc.
Tuvieron que pasar 44 años hasta que España encontró un estilo que le llevó en Viena a su primera Eurocopa en color. De la raza al toque. Cuatro años después presume de estrella. Extiende su dominio futbolístico con una lección que le hace ser inalcanzable. En una final. En el momento en el que a otros le tiemblan las piernas, ellos juegan para divertirse. Es la consigna de Del Bosque antes de saltar al césped. Sólo sois futbolistas. Disfrutad y ser generosos. Lo cumplen. Al pie de la letra.
Era una final justa. Italia reconstruida con Cesare Prandelli. Del catenaccio a la belleza. Al buen gusto que marca Pirlo. Renunció al plan con el que inició el campeonato, tres centrales y dos carrileros de largo recorrido, y le costó caro.
Aquel estreno cuando el miedo a perder está en la cabeza de todos los futbolistas, entorpeció el juego de España. En la final fue a presionarle y la Roja se levantó con el carácter de Sergio Ramos. Una entrada a destiempo de Balotelli. A la siguiente acción se la devuelve. Le gana por alto y marca el territorio con un golpe. Era el mensaje en el inicio trabado del que escapó gracias a Xavi.
Los rivales le asfixian y el tiempo pasa. Xavi no estuvo a su nivel y apareció en la final. Lección de fútbol. Puso un córner medido a la cabeza de Ramos. Cabeceó alto. Y dio salida a los mejores minutos de España. Triangulaciones de ensueño con un ritmo intenso que faltó en el estreno. Toques y cambios de juego que rebajaron la intensidad de la presión del rival.
Con los olés en la grada aparece Iniesta para cambiar el rumbo. Controla el balón, caracolea y mete una velocidad más para desequilibrar. Dibuja una jugada en su mente y la plasma con precisión. Al desmarque al espacio de Cesc. Otro futbolista superlativo que se reinventa alejado de su posición natural. En la zona del nueve mantiene la calma y asiste a la llegada de Silva. Testarazo a la red del más bajito. Las cosas del fútbol.
El premio al bolsillo de Del Bosque. Mantuvo su apuesta en Silva con dudas sobre su físico. Cuarto de hora y España ya ganaba. Manejaría la final ante una Italia que se veía por detrás del marcador por primera vez en toda la Eurocopa. Reaccionó con el orgullo de la pentacampeona del mundo. Probando a balón parado por alto a Casillas. Sacando sus puños también ante disparos lejanos de Cassano y Montolivo.
En la expresión máxima de saber competir se maneja bien España. Mide los esfuerzos con expertos en la materia como Xavi o Iniesta. Saben subir y bajar las revoluciones en el momento justo. Italia fue adueñándose del balón y mascó la impotencia. El castigo a su adelanto de metros se lo dio Jordi Alba. Con la velocidad de un atleta de cien metros, al pase de Xavi, y definiendo a la perfección a la salida de Buffon.
Una orden en la reanudación, imposible bajar la guardia, prohibido relajarse. Menos aún ante Italia que arrancó tirando de orgullo pero acabó llorando su mala suerte. A los 21 minutos se había lesionado Chiellini. En el descanso entró Di Natale por Cassano, que cabeceó la primera que tocó para rozar el larguero, y que hizo lucirse a Casillas en un mano a mano para situar el nombre del portero entre los candidatos al Balón de Oro.
Y los riesgos de Prandelli sacaron a relucir las leyes no escritas del fútbol. Agotó los cambios a los 56 minutos con la entrada de Motta. Aguantó sobre el césped 240 segundos. Una lesión muscular dejó a Italia con diez. La final estaba sentenciada y acabó desdibujada. El pulso ya era desigual. Salió Fernando Torres y marcó a un nuevo pase de Xavi para acabar empatando con los máximos goleadores del torneo. Se estrenó Mata y el primer balón que tocó lo hizo gol.