Los últimos días de Edgar Allan Poe en clave de suspense criminal. Esto nos trae El enigma del cuervo (The Raven), un thriller de asesinos en serie con una historia de amor de por medio y toques de biopic, una cinta mestiza que se queda en tierra de nadie.
Lo nuevo de James McTeigue nos traslada hasta el Baltimore de 1849, el lugar donde el 7 de octubre de ese mismo año el autor de Los crímenes de la calle Morgue, El barril de amontillado, Annabel Lee o El cuervo encontró la muerte tras horas de confusa y misteriosa agonía.
Precisamente lo hechos anteriores al trágico y enigmático final de Poe son el escenario de El enigma del cuervo. Unos días en los que el genial y atormentado escritor colaborará con la policía para intentar dar caza a un asesino en serie que toma de los escritos de Poe la inspiración para sus terribles crímenes.
Asesino y artista se enfrentarán en un macabro juego de astucia mental que se tornará en desafío personal cuando el criminal propone como premio final la vida de Emily (Alice Eve), el último amor de Poe. Para salvar a su amada el escritor se verá obligado a terminar sus días ejerciendo de Sherlock Holmes.
Un gancho interesante para una cinta de comienzo prometedor, pero que se va desinflando quedándose en nada incluso antes de lo esperado. Lo hace a pesar de la conseguida atmósfera gótica y por momentos desasosegante que logran el director de V de Vendetta y su equipo y de el derroche de intensidad de Jonh Cusack. Voluntarioso y tenaz a la hora de encarnar al genio misántropo y alcohólico, el protagonista de Alta fidelidad no pasa de estar simplemente correcto.
Puede que precisamente sea la colosal fuerza del personaje y ese aura mítica que envuelve al autor y a sus relatos los que -en la inevitable comparación- vienen a cavar más profunda la tumba en la que progresiva e inexorablemente va cayendo El enigma del cuervo.
Y es que, aunque sea simple pretexto para ensamblar y diferenciar una historia de asesinos en serie, la memoria de Poe se merecía un esfuerzo literario bastante mayor para pulir tanto el desarrollo de la trama como en los diálogos que lastran a sus protagonistas. Ben Livingston y Hannah Shakespeare firman el guión. Otros apellidos con enjundia que merecían más.