El Loco de la salina

Estamos más muertos que vivos

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Nosotros estamos locos, pero no somos tontos. No vayan a confundirse los listos. La Isla, lo mismo que una gran cantidad de pueblos de esta España que nos va a matar a golpes de paro, se muere de inanición solita en su alcoba.
Y por lo visto, los médicos que la atienden dicen que ahora toca morirse y que ya veremos cuándo damos señales de vida. Claro que la gente se resiste, porque quiere vivir mejor y no con el paro a cuestas ni con los sueldos miserables que muchos “disfrutan”. Hasta en el manicomio sabemos que La Isla no tiene industria, ni altas tecnologías, ni fábricas, ni cosa que se le parezca. Creo que es propio de gente cuerda pensar con la cabeza y ver de qué podríamos vivir y qué tenemos que nos pueda servir para tirar hacia delante. Porque habrá que reconocer que la cosa está que arde y que si no tiramos del ingenio las vamos a pasar mas canutas todavía. Bueno, pues bien, vamos a ver qué podemos hacer y con qué nos podemos defender. Aquí lo que tenemos es sol muchos días del año, tenemos playa de arenas increíbles, tenemos un clima para disfrutarlo y finalmente tenemos un montón de metros cuadrados muertos de pena que podrían dar de comer a muchísimos cañaíllas. Se llama Camposoto. Allí está el porvenir y allí está en juego la supervivencia de muchos paisanos.

Esos terrenos de inútiles cuarteles podrían generar una riqueza sorprendente en una Isla que históricamente se lo dio todo a la Nación e incluso la sacó a flote en aquellos momentos tan difíciles que ahora conmemoramos con tanto bicentenario y tantas gaitas. Esos terrenos de Camposoto se podrían transformar en hoteles, revolucionando los transportes, buscando productos de alimentación, impulsando deportes náuticos, resucitando esos campos de golf tantas veces prometidos, atrayendo miles de turistas, dando una inmensa promoción a la ciudad…y un largo etcétera de cosas que vendrían detrás. Es decir, que tenemos la comida al alcance de la mano, pero no podemos comer. Sin embargo todo lo tenemos hipotecado, porque esos terrenos están dedicados a la defensa nacional. No se ría, pero eso es lo que hay. Es verdad que, si nos atacan, ahora mismo no caigo quién, echaríamos mano de los cañones que tenemos allí desde los años de María Castaña. Aunque esos cañones están más oxidados que la fuente, sin embargo piensen que el tétanos que podría coger el enemigo es tan mortal como las mismas balas que saldrían a duras penas de sus bocas. Ya sé que suena a cachondeo, pero la cosa está como está. El Ministerio de Defensa nunca arrió velas desde sus hermosos despachos de Madrid, unas veces, porque los socialistas no querían ni que los andalucistas ni que los populares se cubrieran de gloria; otras veces porque los populares no querían que los andalucistas ni los socialistas se apuntaran el tanto; otras veces porque los andalucistas no deseaban que ni los socialistas ni los populares vendieran el producto en beneficio propio. Y mientras los políticos se han estado mirando el ombligo,

La Isla ha seguido sufriendo un castigo a todas luces inmerecido y se nos está muriendo de asco en un rincón de la Bahía.Ahora hay menos excusas, señor alcalde. Se comenta en el manicomio que ahora en La Isla manda el PP y que en Madrid igualmente manda el PP. ¿A qué está esperando para convencer a los suyos de que Camposoto es el sitio adecuado para hacer allí algo útil que pueda dar de comer a tanta gente como lo necesita. ¿Qué problemas hay ahora? ¿No se trata de buscar trabajo y de explotar los propios recursos? ¿Nos tendremos que morir de hambre teniendo la comida a dos pasos y en abundancia? Deje Vd. de ir a Cádiz y de permanecer en La Isla a verlas venir. Ahora hay que estar en Madrid haciendo ver que nos va la vida en ello y que aquí estamos más muertos que vivos. Después dirán que el loco soy yo, pero desde luego ahí fueran deben carburar poquito, porque lo que estoy diciendo es tan evidente como necesario.

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