Un ejemplo bastante ilustrativo de lo que puede ser la transferencia de tecnología innovadora a las empresas se encuentra en el grupo PAIDI TEP 128 de la Universidad de Cádiz, dedicados desde 1992 a investigar los fluidos supercríticos, es decir, las propiedades que tienen los gases o los líquidos cuando se le someten a presión o temperaturas límite, mejorando su capacidad de disolución o penetración. Hasta este grupo investigador, además de muchas empresas, llegó a finales de 2006 una pequeña empresa emprendedora del País Vasco que quería aplicar esta investigación para conseguir fundamentalmente antioxidantes aplicables a los sectores farmacéutico y agroalimentario. El proyecto se engloba dentro del programa Transfer puesto en marcha por RETA y Citandalucía, que incentiva a aquellas entidades que ejercen como nexo de unión entre productores y demandantes de tecnología. Según explica el profesor Casimiro Mantell, esta empresa buscaba desarrollar la tecnología de los fluidos supercríticos y aplicarla a diferentes materias primas. El grupo de investigación aplicó la tecnología de estos fluidos para extraer antioxidantes de la uva tinta, el romero o el propóleo (que es la materia que utilizan las abejas para tapar las celdas de sus paneles donde colocan a sus crías), además de con la hoja de olivo, para extraer vitamina E, o la extracción de los aromas del marisco como saborizantes y aromatizantes naturales.
Los resultados más positivos se han encontrado en el romero, cuyas características antioxidantes parecen ser las más altas de todas las investigadas, por lo que los esfuerzos se están dirigiendo más hacia esta materia prima. Las pruebas de investigación en la Universidad de Cádiz fueron paralelas a la implantación de la empresa emprendedora, que ya ha construido una planta piloto en la que desarrollar los productos y ofrecérselos a las compañías farmacéuticas y agroalimentarias.