Y aunque el PSOE quiera ocultar su derrota con celebraciones, tartas y velas, por mucho que quieran apuntarse al carro de la victoria, han salido derrotados con claridad. El PSOE ha perdido 9 diputados, bajando de 56 a 47 escaños, y por primera vez en la historia de Andalucía el PSOE ha perdido con claridad las elecciones en nuestra comunidad. Por muchos gritos, saltos y respingos que hayan dado Griñán, Cabañas y Pilar Sánchez, los tres, uno tras otro, han sido los grandes perdedores de estas elecciones y los números no fallan. Grandes perdedores aunque por aquello de los pactos democráticos, izquierda unida les pudiera permitir seguir actuando como lo han hecho durante estos años.
Lo que ha demostrado el PSOE con esa “extraña alegría” es que les da igual lo que hayan votado en mayoría los andaluces y que sólo les preocupa mantenerse en el poder y seguir “alimentando” con el dinero de todos a sus adeptos. El voto del cambio les ha convertido en los grandes perdedores de estos comicios.
Y ahora se abre el escenario para la formación del nuevo Gobierno. Se abre el escenario para saber si las fuerzas políticas van a respetar el voto de la mayoría de andaluces o van a permitir que el PSOE de los ERES, el PSOE del millón doscientos mil parados, el PSOE de los 25 delegados provinciales o de los 30.000 teléfonos móviles siga gobernando en nuestra tierra.
Las fuerzas políticas deben dejar claro si de verdad quieren solucionar el problema de los andaluces o por el contrario lo único que están haciendo es comenzar a repartirse un pastel. Un pastel que todo hace indicar que al PSOE, el gran perdedor, se le puede atragantar.
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