Emperador Mendoza

Publicado: 04/03/2012
Era, y fue, su día grande
Si el fútbol no fuera tan caprichoso, no escribiera sus guiones de forma tan improvisada, Jesús Mendoza debería haber marcado ayer ese disparo que sacó de forma prodigiosa Alberto. Hubiera sido un golazo y un broche perfecto para la gran fiesta del capitán. Pero este deporte es así de maniático y especial. Los renglones se escriben a veces a contramano. No tiene nada que ver con esas películas que pintan el final pensando en el espectador. Si este espectáculo fuera así... Mendoza se lo hubiera merecido. Era, y fue, su día grande. No todos los días se convierte uno en mito del xerecismo.
Mendoza fue fiel a su estilo. Nunca le ha gustado el protagonismo. Siempre ha preferido estar en un segundo plano, en silencio. Tímido, introvertido o con un carácter especial, pero se le veía desubicado en su propio homenaje. Su cara era pura tensión. Seguro que entre placas y regalos estaba deseando que ese acto acabase ya. Estaba feliz por todo, pero contenido y deseoso de hacer lo que le ha llevado a convertirse en un histórico en el equipo de su casa. Quería que el partido empezara cuanto antes para aparcar su homenaje durante 90 minutos. Lo ideal, si el fútbol sólo atendiese a algunos deseos, hubiera sido que ese gol entrase, que el Xerez hubiera seguido con su racha victoriosa, y que el Emperador del Chicle hubiese salido con tres puntos por la puerta grande de ese feudo que se conoce mejor que cualquier rincón de su casa.
Pero el fútbol tiene sus manías. Y, entre ellas, se encuentra la de premiar en ocasiones al mejor. O al que presenta más intenciones. Y ayer fue el Córdoba el que expuso un mayor criterio futbolístico. El Xerez le puso intensidad al principio y ganas por momentos, pero con eso no basta. O al menos no es suficiente ante equipos que están arriba. Está claro también que este equipo ha dado algún pasito adelante en relación a hace dos meses, pero todavía no está ofreciendo todo lo que se le presupone. Moreno dijo tras el partido que su equipo mereció ganar a los puntos. El Xerez fue ayer el boxeador que se coloca bien en el ring, que trata de esquivar todos los golpes, pero que quiere noquear a su adversario con guantes de seda. Y llega el contrincante y cuando quiere le asesta dos golpes definitivos que le dejan ko.
Por eso en el fútbol para nada sirve ganar a los puntos si no se vence en el marcador final. Por eso el fútbol es tan insensible y no dejó que Jesús Mendoza hubiera tenido el fin de fiesta que un tipo como él se merecía. A Mendoza el fútbol le debe una y seguro que se la dará.

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